"Nos habían dicho, al abandonar la tierra madre, que partíamos
para defender los derechos sagrados de tantos ciudadanos allá lejos
asentados, de tantos años de presencia y de tantos beneficios aportados a
pueblos que necesitan nuestra ayuda y nuestra civilización.
Hemos podido comprobar que todo era verdad, y porque lo era no
vacilamos en derramar el tributo de nuestra sangre, en sacrificar
nuestra juventud y nuestras esperanzas. No nos quejamos, pero, mientras
aquí estamos animados por este estado de espíritu, me dicen que en Roma
se suceden conjuras y maquinaciones, que florece la traición y que
muchos, cansados y conturbados, prestan complacientes oídos a las más
bajas tentaciones de abandono, vilipendiando así nuestra acción.
No puedo creer que todo esto sea verdad, y, sin embargo, las
guerras recientes han demostrado hasta qué punto puede ser perniciosa
tal situación y hasta dónde puede conducir.
Te lo ruego, tranquilízame lo más rápidamente posible y dime que
nuestros conciudadanos nos comprenden, nos sostienen y nos protegen como
nosotros protegemos la grandeza del Imperio.
Si ha de ser de otro modo, si tenemos que dejar vanamente nuestros
huesos calcinados por las sendas del desierto, entonces, ¡cuidado con la
ira de las Legiones!"
Marcus Flavinius
Centurión de la 2a Cohorte de la Legión Augusta, a su primo Tertullus, de Roma.
Del libro "Los Centuriones" de Jean larteguy
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