lunes, 27 de mayo de 2013

El Oso y el Madroño

El origen se remonta a la Alta Edad Media, alrededor del siglo XIII. En 1202, Alfonso VIII concede los fueros a Madrid, lo cual permitía disfrutar de las tierras y montes desde Madrid a la Sierra. Comenzó así una larga disputa por el control de estas tierras ente la Clerecía y el Concejo de la ciudad, disputa que se consiguió resolver pasados 20 años y cuyos términos quedaron de la siguiente manera: La Iglesia se quedaría con los pastos y tierras que rodeaban al castillo de Madrid y sus montes, mientras que el Concejo sería el dueño de los pies de los árboles y la caza.
Como resultado de esta decisión, la Clerecía madrileña adoptó el emblema de una osa pastando en un campo. Este emblema pretendía representar el poder de la Iglesia, haciendo notar que aunque el Concejo tuviera potestad sobre las fieras para cazarlas, éstas se inclinaban para alimentarse de los pastos de la Iglesia. Siete estrellas adornaban su lomo, semejantes a la constelación de la Osa Menor.
El Concejo crea a su vez otro blasón, en el que la osa aparece erguida sobre sus dos patas traseras, alimentándose de los frutos de un madroño. El arbusto simboliza la posesión de los pies de los árboles que correspondía al Concejo y su importancia para la construcción en una ciudad que, como la osa, comienza a levantarse. Añaden también una cinta azul, color que representa la pureza del cielo de Madrid, en la que colocarán las siete estrellas, que representan la constelación de la Osa Mayor.
Las crónicas posteriores también mencionan el Oso como enseña de los ejércitos del concejo de Madrid. Concretamente en el año 1211 y también bajo el reinado de Alfonso VIII de Castilla. Éste preparo una expedición contra la taifa de Murcia. Este pequeño ejército ostentaba como enseña un oso prieto sobre campo de plata. Y lo mismo ocurrió en la batalla de Las Navas de Tolosa, al año siguiente, y en 1217. Cuando el rey Fernando III el Santo conquistó Sevilla a los árabes.
En cuanto a la corona que figura en el escudo de la ciudad fue concedida por el rey Carlos I en 1554, en agradecimiento por los cuidados que recibió como consecuencia de unas fiebres que contrajo estando en Madrid. Carlos I ofreció una distinción a los representantes de la ciudad, pero estos rehusaron diciendo que cualquier privilegio solo puede ser concedido a la ciudad de Madrid y nunca a ninguno de sus representantes. De esta manera se añadió la corona imperial al escudo de Madrid.
800 años después, el Oso y el Madroño siguen siendo parte viva de la historia de nuestra ciudad.

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