Con el “efecto Obama”, la nueva estrategia de los amos del mundo se
ha puesto en marcha. Por boca de sus fieles vasallos de los distintos
países de la UE, la ideología mundialista y niveladora de las
identidades nacionales y personales quiere imponer el mestizaje como un
valor absoluto. Estamos ante un nuevo totalitarismo. El totalitarismo es
un sistema político y económico que busca imponer su modo de
pensamiento y organización como el único posible y autorizado. Eso es lo
que tenemos en mano.
Unos ejemplos ilustrativos de la cada vez menos disimulada intención
de cambiar drásticamente la conformación de los pueblos blancos por la
élite del Nuevo Orden Mundial.
“Lo que hay que hacer, es practicar en todas partes el mestizaje y el
control de los nacimientos para crear una raza única en un mundo único
bajo un gobierno único”. Brock Chisholm, ex director de la OMS.
“Tendremos el gobierno mundial. Que eso guste o no. La única cuestión
es saber si será creado por vía de conquista o de consentimiento”. Paul
Warburg, iniciador del Banco Central Norteamericano.
“Hay que imponer el mestizaje en todas partes. La idea de países
étnicamente puros es una pervivencia del siglo XIX. El tercer mileno
verá la victoria del mestizaje”. General USA Wesley Clarke (jefe de las
fuerzas de la OTAN en la guerra de Kosovo).
Pero la verdad es que, aunque se declara la vocación mundial de esta
ideología perversa destructora de las identidades, este programa no
parece ser concebido en realidad más que para los pueblos europeos, ya
que los pueblos no blancos quedan al margen de esas imposiciones, para
conservar la “riqueza de las identidades” de las etnias y razas no
blancas. Toda la humanidad sería en principio el objetivo de ese
deseable y benéfico mestizaje, pero en la práctica sólo una parte de esa
humanidad es la que está siendo llevada por la senda de la concreción
de ese plan. Pasa otro tanto con la ideología del multiculturalismo,
hermana siamesa del mestizaje promovido e impuesto a escala
internacional. La multicultura es exaltada como un valor universal y sin
embargo sólo es promovida en el ámbito de las naciones blancas europeas
y eurodescendientes.
En todo caso, existe una ideología oficial a favor del mestizaje en
los países europeos y de origen europeo. Es un hecho indiscutible.
Después de haber negado el concepto mismo de raza, ahora predican la
mezcla de razas y intentan imponer ese programa a las naciones blancas,
que deben dejar de serlo, según los amos del mundo. Las oficinas de la
propaganda de Estado ya están en función en toda la UE, tanto como sus
comisarios políticos y multitud de oficinas privadas. Cualquiera que
exprese la voluntad o la necesidad de preservar la homogeneidad étnica y
cultural de su pueblo, es tachado en el acto de racista y de criminal y
puede verse llevado ante un tribunal, que con toda seguridad lo hallará
culpable de alguna figura contemplada en el código penal: crimen contra
la convivencia, la seguridad nacional, la paz social y hasta el género
humano.
Con la importación masiva de extranjeros de distintas razas y
culturas hacia los países europeos y las crecientes tensiones que surgen
de esta convivencia forzada entre grupos inasimilables, el mestizaje es
presentado como la solución a los conflictos latentes y los peligros de
esa yuxtaposición en un mismo espacio físico de grupos antagónicos en
lo cultural, lo moral y lo religioso. Ante la subida del comunitarismo
de los distintos grupos étnicos, raciales y culturales, el mestizaje se
presenta como LA solución, la última esperanza antes de la dislocación
social y la guerra civil que sería el corolario de esa fractura
definitiva. Pero ninguna sociedad multiétnica ha tenido nunca éxito.
Todas las sociedades multiétnicas, multirraciales y multiculturales han
fracasado o están enfermas de muerte.
En la sociedades multiétnicas se verifica el fenómeno contrario al
mestizaje cantado como la panacea a todos los males del ser humano: los
distintos grupos tienden a replegarse sobre ellos mismos. Las
diferencias entre los grupos hace que estos adquieran mayor conciencia
de su especificidad y tiendan naturalmente a separarse y aislarse de los
demás.
Ese esfuerzo de propaganda intensiva, ya abiertamente asumido y
reivindicado por los Estados, a través de sus distintas oficinas
gubernamentales, también es delegado a organizaciones muy bien
subvencionadas o confiado a periodistas del servicio público,
debidamente seleccionados
Toda esta propaganda a favor de la mezcla de dos o más razas no
llevaría a un enriquecimiento como dicen, sino a un debilitamiento
genético que volvería a la raza mestiza más sociable más controlable,
más dócil…, o más agresiva si la mezcla es “explosiva”. Este fenómeno es
bien conocido de los criadores de perros o de ganado en materia de
cruzas en las que se busca conseguir unas determinadas cualidades en el
animal.
Los multiculturalistas creen que juntar comunidades impermeables las
unas a las otras produce un mestizaje cultural y crea nuevos valores.
Eso es totalmente falso. Tal situación no crea más que una reafirmación
identitaria simplificadora y absurda, con su equivalente biológico: una
consanguinidad delirante (30% de malformaciones entre los recién nacidos
pakistaníes en Gran Bretaña, por culpa de los casamientos
consanguíneos).
El multiculturalismo fabrica los discursos identitarios. El
multiculturalismo es un racismo, y es también la matriz de formación de
los discursos de orgullo: un multiculturalismo societal que engendra
racismos políticos.
Al ir contra la mezcla voluntaria de las poblaciones, que conlleva
una asimilación natural, la ideología multiculturalista de la
convivencia sobre la que se apoya la idea del mestizaje forzado engendra
a la vez el comunitarismo y consecuentemente el racismo, el miedo al
otro, el repliegue comunitario, el reforzamiento identitario… y la
consanguinidad. Queda claro que esta ideología produce el efecto
contrario al que pretende buscar.
En definitiva, la finalidad del mestizaje es que todo el mundo se
parezca a todo el mundo, una especie de universalidad por nacionalidad,
que nadie pueda reivindicar tal o cual territorio, tal o cual memoria,
tal o cual historia, una identidad y un lugar en el mundo, eso es: una
dimensión humana imprescindible a la natural estatura del hombre. Y eso
no será posible cuando todos tengamos la misma cara, el mismo color de
piel y seamos un clon de nuestros vecinos. El mestizaje mata los
pueblos, anula el hombre, asesina su misma condición, vuelve imposible
toda esperanza.
Ya no habría negro ni blanco ni tampoco gris. El mestizaje es una
ideología fundamentalmente racista. Ningún enriquecimiento mutuo será
posible sin las diferencias de cultura están disueltas en la gran sopa
de la uniformización mundial. Para tener algo que aprender de otro es
necesario que este siga siendo un “otro” diferente de “nosotros”. Sin
raíces, sin lugar definido, sin jerarquía admitida ni orden superior,
será por fin libre de vagar toda su existencia a la búsqueda de
justificaciones que su ego hipertrofiado terminará por encontrar en el
consumismo compulsivo… Derribado de su pedestal que su origen divino le
había reservado sobre eleementos y bestias la dimensión original del
hombre se desvancerá y éste no será ya más que un vagabundo sin alma ni
sueños, sólo tripas y apetitos…
B.D. para Alerta Digital
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