Lleva una semana lloviendo sin parar en Madrid. Empezó el lunes
pasado y, desde entonces, el sol apenas se ha visto algunos ratos entre
nubarrones negros como el carbón. La gente anda de mal humor porque la
lluvia es muy incordiosa, provoca o, en nuestro caso, intensifica los
atascos de tráfico y frustra muchos planes. Madrid es una ciudad muy
soleada, al menos para los parámetros europeos, continente este que se
pasa medio año o más nublado y medio a oscuras. Esto es así porque está
demasiado al norte. De hecho, es un caso único en el globo que tantos
millones de personas se concentren en latitudes tan altas. El benigno
clima europeo se debe a la corriente del golfo, que trae agua y aire
caliente desde las inmediaciones del Caribe hasta aquí arriba. A España
esa corriente le lleva lluvias al norte mientras el resto de la
península disfruta del mejor clima de Europa. Madrid, en el corazón
mismo del país, tiene más horas de sol anuales que cualquier otra
capital europea. Hablo de memoria, pero creo que son 1.900 horas al año,
1.000 más que Milán y el doble que Dublín. Suerte que tenemos los
madrileños.
Por eso, porque estamos mal acostumbrados, la gente se cabrea cuando
llueve mucho. Esta semana he oído varias veces la misma queja: "caray,
como llueve, esto no lo he visto yo en mi vida, va a ser el cambio
climático ese del que habla Greenpeace". Sería, en todo caso, un cambio
climático pero no como del que habla Greenpeace, porque esos aseguran
que, o hacemos lo que ellos dicen, o la Meseta en breve se parecerá al
Sahel. Tampoco es para tanto, que llueva en Madrid en el mes de marzo es
de lo más normal, incluso que llueva durante una semana entera. Para
cerciorarme de que, efectivamente, esto es lo normal he ido a buscar la
serie histórica de lluvias. En Madrid se mide la pluviosidad desde hace
siglo y medio, desde el año agrícola 1859-1860 para ser exactos. Medir
la cantidad de lluvia que cae por metro cuadrado es sencillo. No hace
falta más que una estación con una vasija que recoja la lluvia acumulada
y alguien que la vigile y vaya anotando, es decir, que no hacen falta
satélites, globos estratosféricos ni nada similar.
En Madrid, de media, suelen caer unos 400 litros por metro cuadrado
al año. No es mucho, lo propio de un clima mediterráneo continentalizado
como que el que tenemos aquí. Las borrascas atlánticas circulan más al
norte, a la altura de la cornisa cantábrica y las que entran por la
costa portuguesa llegan a estas alturas de Castilla bastante
desgastadas. Esos 400 litros son la media, luego cada año llueve lo que
le sale de las narices. De hecho, en el año 2010-2011 llovió más (456
litros) que en 1859-186 (310 litros). Así que la irregularidad no es
cosa de ahora.
Llueve lo mismo que antes, e incluso más... o menos, dependiendo del año.
El año más lluvioso de la serie fue 1884-85 con 719 litros. Cinco años
más tarde, sin embargo, en 1890-91, se recogieron sólo 273 litros. La
variabilidad, como se ve, tampoco es cosa de ahora. En aquel lejano
entonces todavía no había empezado la emisión masiva de CO2 por parte
del "capitalihmo" salvaje, así que la relación entre la cantidad de
lluvia y ese gas es inexistente, al menos en Madrid. No se crea todo lo
que le cuenten. La memoria es muy débil.
Fernando Díaz Villanueva
10 de Marzo 2013
10 de Marzo 2013
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