Se han quemado los paños blancos, se han enarbolado las banderas de guerra.
Se ha escrito la lista, de los nuestros, de los que se han declarado nuestros enemigos.
Se ha alistado la armadura, la espada, el yelmo y el escudo.
Se ha tomado como único santo salvador a la Santísima Muerte.
Se ha decidido quemar la hipocresía vaticana, la nefasta política del mundo actual.
Se ha dejado a dios fuera de esto, si existe o no
es irrelevante, si tenemos o no su bendición, lo sabremos al culminar
nuestro sendero.
Se ha tomado como único objetivo la salvación de nuestra tierra, de nuestro pueblo, el rescate de la sangre ancestral.
Se han destruido los títulos de casta, de herencia, los méritos propios declararan al verdadero guerrero, a la verdadera elite.
Se ha decidido no buscar aliados, caminando en el
largo camino de la lucha, encontraremos a los que se unen a nuestras
filas, también encontraremos a los que hay que sacar del camino.
Se ha decidido amar antes que odiar, nuestro amor es sin embargo viril, fuerte y valeroso.
Se ha decidido vivir peligrosamente, la acción intrépida, la palabra hecha movimiento.
El caballero negro profesa la honestidad, el honor,
el valor, la lealtad, el amor, la guerra, el orgullo, la patria como
sus estandartes.
El caballero negro decide el marchar hacia la
muerte, el morir por nada, el morir por el ideal, rescata la esencia
trágica y poética del antiguo guerrero nórdico.
El caballero negro no combate por malévolos clanes
compradores de cerebros, no tiene religión y se debate entre el
individuo anarca y el patriota fascista.
El caballero negro decide no rendirse ante nada,
con la humildad predicada por sus ancestros y el sumo orgullo
influenciado por sus lecturas ociosas declara que NO HABRÁ RENDICIÓN
hasta que cumpla su mas sincero objetivo: TIERRA Y LIBERTAD.
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