Cuando
camino por la localidad en que viví toda mi vida, no puedo menos que
reflexionar acerca de su breve historia. Una pequeña villa en la
periferia de la capital de la provincia. El loteo de una estancia,[1]
el sencillo desarrollo urbano desde la calle que nace en la estación de
tren. Casas estilo normando o barroco español. Y sobre todo muchos
árboles plantados con criterio y con amor. Más lejos, estaban las
chacras y las casas de fin de semana de la gente de la ciudad. Y de a
poco los trabajadores que se instalaban en las afueras.
En el
centro de la localidad, una cierta influencia british fruto del
ferrocarril, de las empresas inglesas y de los primeros dueños de la
zona. A medida que nos alejábamos aparecían los italianos, los
españoles, los portugueses, los ucranianos, los croatas, los alemanes y
hasta los japoneses. Un lugar muy peculiar y pintoresco. Un lugar fruto
del trabajo y de una cultura que aún con contradicciones manteníamos
bastante entera por aquellos años. Las historias de la inmigración
europea que se respiraban en casi todas las casas. Recuerdo que
inclusive algunos compañeros de escuela se volvieron a Europa con su
familia por aquellos años.
Toda
la estética del lugar nos mostraba un orden, una estética, un modo de
ser. Aún las casas sencillas tenían su estilo. La pasión por el cuidado
de las plantas denotaba también una forma de ver el mundo. Eso se ha
conservado un poco. Pero las bases estéticas sentadas por nuestros
abuelos y bisabuelos en la arquitectura y en la urbanística del lugar
están sufriendo un cambio. Es el cambio que opera en las cosas la
arrogancia del dinero, la especulación inmobiliaria, el cambio de
cultura.
Primero
reemplazaron algunas puertas de las viejas casas fundacionales. Luego
taparon las fachadas con láminas de vidrio y con carteles. Sólo dejaron
la estructura. Luego ya no alcanzó con eso, y para encarar proyectos más
ambiciosos debieron demolerlas. La localidad que representaba una
estética sutil y una cultura precisa, se va quedando solamente con sus
árboles, que son la excusa utilizada para hacer aparecer a los usureros y
destructores de nuestra identidad como “ecologistas”. Una ecología
vigente sólo para algunos árboles y para algunos animalitos, no para las
personas. No para mi patria de la niñez con su cultura y sus mitos, con
sus historias y su forma de ser.
Sabía
que algún día iba a pasar. Los nuevos ricos son nada más que servidores
del sistema. Están orgullosos de su dinero, no de la obra de sus abuelos
a quienes ya han olvidado al igual que su cultura y sacrificio para
crear un lugar como esta localidad que como tantas, están destruyendo
sus descendientes.
Juan Pablo Vitali
[1] Estancia
se denomina en la Argentina a una gran extensión de tierra utilizada
normalmente para la explotación agrícola y ganadera.
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