No sé si pensábamos lo mismo
Posiblemente no.
Pero hace días me da vueltas
Por la cabeza este poema
Hermano Boer.
Los otros no saben
Lo que fue poner el piano
En la casa junto al río
Y que en las tierras solitarias
Y despiadadas, sonara Mozart
Por primera vez.
Nosotros sí sabemos.
Los otros no saben
Lo que es quemar las naves
Abandonar la tierra con tus muertos
Y partir.
Nosotros sí sabemos.
Los otros no saben
Lo que es pelear contra todos a la vez
Y mantener la sonrisa por las noches
Para que los niños
Tengan un minuto de paz.
Los otros no saben nada del confín
Del vacío, de la sequía, de la soledad.
Nosotros sí sabemos.
Y también sabemos que fue, nuestra propia madre
Seca de odio y ávida de divisas
La que nos arrojó con el hambre
A los espacios vacíos.
Nosotros, hermano Boer
Somos el vástago terrible
El hijo al que los padres, volvieron la espalda.
En realidad, no sé si pensábamos lo mismo
Ni me importa.
Tuvimos los mismos enemigos:
El inglés amante del exterminio
Y de los campos de concentración,
La hidra oscura de mil cabezas que grita
Homicidio y sangre y bailar embriagados
Alrededor de los cadáveres recién muertos.
Pero nosotros, aún somos
El piano junto al río, el tibio sol
En la pradera, el fuego y las charlas
Sobre libros junto al fuego.
Los caballos que con tanto amor criamos
La tierra que abonamos, con sudor y con sangre
Durante siglos.
Somos, camarada, los últimos pueblos
Del trigo y las canciones.
Tuvimos una vida hermosa
Los dioses lo saben.
Sabíamos que solos, algún día
Esto pasaría. Pero entre nuestro destino
Y el de ellos, prefiero el nuestro.
Descansa en paz, hermano Boer
El destino es extraño y milenario
Y los ríos llevan tu sangre y la de Mozart
Hasta un lugar idílico
Olimpo, Walhalla, paraíso
Donde nunca mueren los guerreros
Donde nuestro pueblo es feliz
Y cultiva soles.
Posiblemente no.
Pero hace días me da vueltas
Por la cabeza este poema
Hermano Boer.
Los otros no saben
Lo que fue poner el piano
En la casa junto al río
Y que en las tierras solitarias
Y despiadadas, sonara Mozart
Por primera vez.
Nosotros sí sabemos.
Los otros no saben
Lo que es quemar las naves
Abandonar la tierra con tus muertos
Y partir.
Nosotros sí sabemos.
Los otros no saben
Lo que es pelear contra todos a la vez
Y mantener la sonrisa por las noches
Para que los niños
Tengan un minuto de paz.
Los otros no saben nada del confín
Del vacío, de la sequía, de la soledad.
Nosotros sí sabemos.
Y también sabemos que fue, nuestra propia madre
Seca de odio y ávida de divisas
La que nos arrojó con el hambre
A los espacios vacíos.
Nosotros, hermano Boer
Somos el vástago terrible
El hijo al que los padres, volvieron la espalda.
En realidad, no sé si pensábamos lo mismo
Ni me importa.
Tuvimos los mismos enemigos:
El inglés amante del exterminio
Y de los campos de concentración,
La hidra oscura de mil cabezas que grita
Homicidio y sangre y bailar embriagados
Alrededor de los cadáveres recién muertos.
Pero nosotros, aún somos
El piano junto al río, el tibio sol
En la pradera, el fuego y las charlas
Sobre libros junto al fuego.
Los caballos que con tanto amor criamos
La tierra que abonamos, con sudor y con sangre
Durante siglos.
Somos, camarada, los últimos pueblos
Del trigo y las canciones.
Tuvimos una vida hermosa
Los dioses lo saben.
Sabíamos que solos, algún día
Esto pasaría. Pero entre nuestro destino
Y el de ellos, prefiero el nuestro.
Descansa en paz, hermano Boer
El destino es extraño y milenario
Y los ríos llevan tu sangre y la de Mozart
Hasta un lugar idílico
Olimpo, Walhalla, paraíso
Donde nunca mueren los guerreros
Donde nuestro pueblo es feliz
Y cultiva soles.
Juan Pablo Vitali
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