Hacer y acontecer, es al laberinto que nos ha llevado un sistema económico decadente, los errores cometidos por una oligarquía mundial, lo paga la clase media. Un refrán español dice “el que no arriesga, no gana” y esa es la forma de entender la vida del sistema liberal burgués, que basa nuestra vida en el dinero conseguido a través de créditos que no pueden ser pagados, entonces llega el desahucio y el desamparo social, un drama de nuestra época del que el estado no se hace cargo.
Es de justicia social tener una vida digna, las personas que por su clase social o situación física no pueden acceder a una renta básica deben poder vivir al menos con dignidad, la dignidad humana debe de estar por encima de factores meramente económicos. El sistema liberal no es más que la dictadura económica que ve a las personas como números, la democracia no es libertad sino que el capital maneja la vida del estado como quiere, la caída del sistema que vivimos no es más que el despertar de lo que fue una burbuja económica creada por los políticos de turno, a la que miramos hacia otro lado porque nos creímos nuevos ricos.
La moral no existe en el mundo actual, las creencias espirituales son sustituidas por consumir productos que nos satisfacen en el momento, pero que empobrecen nuestro espíritu, los principios se sustituyen con el ego, y el alma se bacía al mismo tiempo. El alma nacional, el sentimiento de patria queda en segundo plano, universalizar la sociedad hacer hombres iguales, donde el grupo no tiene la menor importancia y nos individualiza de manera que nos hace creer que la lucha es el dinero , y rebelarse es propio de ratas. La disidencia la monopoliza una izquierda subvencionada por los mismos que han creado un mundo en decadencia. La idiosincrasia propia de un colectivo, pueblo o nación, es destruida aunque sea lo que nos hace humanos, porque la identidad es rebeldía.
Ahari-Jokoa!
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