viernes, 24 de mayo de 2013

Barquillos

Parece ser que el origen de los barquillos se puede encontrar directamente a principios del cristianismo, y que derivan directamente del pan divino (pan de ángel) y que se repartía a los fieles en las iglesias. Desde entonces su composición ha ido evolucionando ligeramente.
El barquillo, en su definición, es una hoja delgada de pasta de harina sin levadura, azúcar y alguna esencia, a la que se da forma convexa de canuto.
En los monasterios, copiaban las recetas, las realizaban y modificaban en sus talleres, siendo uno de estos barquillos, tomado y elaborado, para ser degustado por estas congregaciones, y posteriormente vendida al público. Es por eso que los religiosos han legado a la pastelería una gran cantidad de elaboraciones que han llegado a nuestros días.
La metamorfosis para convertirse de elemento de devoción, a convertirse en dulce y postre, es en causa, con toda seguridad, debido a que las congregaciones religiosas, eran gourmet refinados.
En Zaragoza, Madrid, en innumerables ciudades, han aparecido historias y personajes ligados al barquillo, por ejemplo en Madrid, es típica la figura del barquillero, y es costumbre verlos en ocasiones y fiestas señaladas.
Se han encontrado utensilios de fabricar barquillos, que datan del año 1440, y que llevan grabados los escudos heráldicos de la casa real de Aragón, y que posiblemente estos utensilios y su dueño barquillero, pertenecieran a Juan II de Navarra y Aragón, y que el objetivo de la decoración heráldica de estos utensilios, no era otra que mostrar la supremacía y poder la corona y del rey de Aragón.
Es también costumbre, servir barquillos en Navidad, en Cataluña. Ya en el año 1168, el obispo de Lerida, ordenó que fuesen servidos a cada uno de sus familiares seis barquillos a mediodía y cuatro al cenar, por su parte el obispo de Urgell, dictó un bando donde indicaba, que a los religiosos se sirvieran veinte barquillos en vez de turrones.
De todas formas, los barquillos han pasado a la historia, como postres exquisitos, y empezaron a formar parte de los banquetes más importantes, o bien en recepciones, se tiene conocimiento, ya en tiempos de la Grecia clásica, de datos acerca de estos productos, pero no se comenzaron a perfeccionar, hasta ya en el año 1344, de manos de Pedro el Ceremonioso y en adelante, seguirían siendo utilizados por la mayoría de reyes y gobernantes Españoles en sus actos.
La tradición del gasto de barquillos en el Occidente Europeo, es larga. Las noticias sobre ellos en el mundo medieval son abundantes. Los barquillos eran sumamente populares, y se comían en la mayoría de las mesas de los reyes, en las de los grandes señores, en la de los burgueses, y también se vendían por las calles.
Los barquillos fueron confeccionados originalmente por panaderos, como dulces derivados del pan. La especialización de los oficios, dio origen a los llamados obleeros, o barquilleros, que eran los encargados, de hacer la pasta y dar forma a las obleas, y figuraban también entre el personal de cocina de los reyes y grandes señores.
Estos barquillos, según los escritos encontrados, solían consumirse, acompañados de vino, y se servían como postre.

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