"Amamos a nuestros países, pero debemos ampliar ese
amor; ahora, los ideales y la práctica nos obligan a ello. La extensión
del patriotismo: ésa es la necesidad y ésa es la esperanza. El nuevo
patriotismo se extenderá para arropar en su seno a distintos linajes,
pero sin destruir las cualidades propias de esos linajes en la búsqueda
de la mezcla antinatural del viejo internacionalismo".
"Ya empiezan a tomar forma el pensamiento y la
acción del futuro. Nosotros conciliamos los viejos conflictos y
empezamos a lograr, hoy en el terreno de las ideas, mañana en el de las
realidades, la fusión de la autoridad con la libertad, de la acción con
el pensamiento, de la decisión con la discusión, del poder con la
responsabilidad, del vigor con el deber, de la fuerza con la bondad, del
servicio del pueblo con la consecución de cada vez más altas formas de
vida".
"Somos europeos conscientes de la tradición que
deriva de la Grecia y la Roma clásicas, y de una civilización que
durante tres mil años ha proporcionado a la humanidad pensamiento,
belleza, ciencia y gobierno; y, sintiendo que entre nosotros existe la
estrecha afinidad de una gran familia, cuyas querellas pasadas han
probado el heroísmo de nuestros pueblos, pero cuyas divisiones futuras
pueden poner en peligro la vida de nuestro continente y dar lugar a la
misma destrucción que extinguió el genio de la Hélade y condujo al
triunfo de un sistema de valores extraño, declaramos ahora con orgullo
nuestra comunidad europea de sangre y espíritu en las urgentes y
prácticas propuestas que siguen encaminadas a que nuestra nueva
generación cambie la actual política de división, aplazamientos y
servidumbre al destructivo materialismo de potencias exteriores ante las
que el esplendor de nuestra historia, el poder de nuestra economía, la
nobleza de nuestras tradiciones y la inspiración de nuestros ideales
nunca deben rendirse".
"Debemos aprender a vivir, y hacerlo. Debemos
restaurar la armonía con la vida, reconocer la finalidad de la vida. El
hombre ha liberado las fuerzas de la naturaleza precisamente en el
momento en que empezaba a apartarse de la naturaleza; esto, que
constituye un peligro mortal, se refleja en la neurosis de la época. No
podemos limitarnos a permanecer donde estamos; esto sería una situación
incómoda, peligrosa e imposible a la larga. El hombre debe elevarse por
encima de su presente o fracasará, y esta vez el fracaso supondrá la
derrota final y definitiva. He aquí la diferencia entre nuestra época y
los períodos precedentes. En ninguna ocasión anterior se daba el caso de
que el fracaso del hombre significase el final del mundo. Esforzarse
por llegar a formas superiores de vida entre los hombres no es sólo un
objetivo razonable, es un credo con toda la fuerza de una convicción
religiosa. No es sólo una necesidad de esta nueva era científica a la
que nos ha llevado el genio del espíritu humano; es además una
consecuencia directa del largo proceso de la naturaleza, en el que
podemos leer como en un libro abierto la finalidad del mundo en su
evolución. Y no es un objetivo mezquino y egoísta, por cuanto no
trabajamos sólo para nosotros mismos, sino también para un tiempo que
está por llegar. El prolongado esfuerzo de nuestras vidas servirá no
sólo para salvar la civilización actual, sino además para capacitar a
otras más perfectas a comprender y disfrutar de la infinita belleza de
este mundo, y disponer, aparte de paz y de felicidad, de una sabiduría y
conciencia de la misión del hombre".
Sir Oswald Ernald Mosley
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