lunes, 28 de enero de 2013

Capitán de los Ejércitos del Señor


Has oído hablar, como todo el mundo, de Dios, del cristianismo, de la Patria, etc. y, lógicamente has identificado el concepto de Dios, con beatas rezando y murmurando, con mojigaterías de afeminados y con obispos y cardenales con calva y barriga; y con la Patria, otro tanto de lo mismo: un grupo de señorones con banderitas que se divierten mientras otros pasan hambre y que se escandalizan por las revueltas justas de los hambrientos. ¿Y si nosotros te dijéramos que el cristianismo es para hombres, y muy hombres? ¿Y si te dijéramos que la Patria es misión de obreros y campesinos revolucionarios?

Fusiles y pistolas a la sombra de la Cruz. Hombres; que sonríen a la muerte porque son dueños de ellos mismos. Tú te vanaglorias de ser hombre… piensa esto ¿eres valiente acaso para darle ordenes a tu cuerpo? ¿Serías capaz de frenar por tu voluntad un instinto sexual de tu cuerpo fisiológicamente bien constituido? ¿Serías capaz de decirte: hasta aquí llega la bebida o ahora no fumo? ¿Serías capaz de sufrir tortura y humillaciones? ¿Controlarías el temblor de tus piernas al sentir pánico? Date cuenta de que te puedes convertir en una marioneta de tus instintos. Lucha y serás libre. Señor de ti mismo. Pero si no eres capaz de sacrificarte por nada, si cuando caes no tienes la humildad y el valor de levantarte, ¿cómo te va a entusiasmar una Empresa del tamaño que te proponemos? Sé hombre! Mira a Dios, al Señor de los Ejércitos, a la cara y responde.

¿Es que acaso no te hierve la sangre al contemplar a los campesinos, hombres y mujeres, extenuándose en sacar fruto a tierras ajenas, viviendo en la miseria? ¿No te hierve la sangre ante la ola de mendicidad que invade nuestra Patria? Desesperados y sin horizontes ni soluciones, millones de familias españolas se debaten en el terrible drama de conseguir el pan de cada día. ¿No ves como se quiebran las ilusiones de tus semejantes? Sabrás que ya hay comedores públicos y que vuelven enfermedades olvidadas. Viejas y viejos recogiendo cartones en los cubos de basura, revendiendo tabaco o mendigando, sin una pensión digna en sus últimos días. Piensa un poco en ellos, piensa en sus ilusiones frustradas y te dolerá. Piensa en tus futuros hijos, te indignará. A nosotros nos duele. Amamos a España porque no nos gusta, porque la entendemos como Misión, como quehacer colectivo, y por eso, somos profundamente revolucionarios.

Ha de ser tu actitud guerrera como la de los Almogávares con su pavoroso grito ¡DESPERTA FERRO!, despierta hierro. Tu hierro, tu espada, despertando porque no es tiempo de reconstrucción sino de Reconquista. No nos importa lo que pase después, pero queremos encender la antorcha libre de toda corrupción y llena de compromiso.

Ver abandonar y despreciar el materialismo por los jóvenes, ver familias unidas y fuertes; ver otra vez a las novias con dignidad y con ilusiones; ver levantarse del fango a los oprimidos, los cantos atronando, gestos altivos con la esperanza puesta en la Revolución Nacional de la Justicia y Libertad, ¡Y todo en el nombre de Cristo! Porque en el nombre de Cristo nos honramos y marchamos alegremente a un futuro incierto.

Queremos lavar, aunque sea con nuestra sangre, todas las afrentas que han hecho a Cristo y a la justicia por parte de los que se llaman católicos y patriotas. Porque tú, joven español, al leer esta declaración de guerra puedes estar pensando en… las derechas. ¡QUÉ POCO NOS CONOCEN!

¿Derechas? Que en nombre de Dios, explotan al pueblo. ¿Derechas? Que son materialismo y burguesía.
¿Derechas? Que niegan toda reforma justa.
Cristo dijo: “No podéis servir a Dios y a las riquezas”.
Nosotros, los Nacional Sindicalistas queremos, a la sombra redentora de LA CRUZ:

La tierra para quien la trabaja; la plusvalía de la producción a los trabajadores organizados en Sindicatos; la nacionalización de la Banca; la abolición de la propiedad capitalista y su sustitución por la Propiedad Privada, Humana y Directa; la resurrección de los cuerpos sociales; la Armonía, la justicia y el Amor en un Estado Católico y fuerte.
Frente al ¿Quién como yo? de Satanás, el QUIS UT DEUS de San Miguel: QUIEN COMO DIOS. Por esto… LEGIÓN DE SAN MIGUEL ARCÁNGEL. Legión, Legión… ¿alguna palabra más viril que ésta? Espíritu espartano de entrega y audacia a las órdenes del primer Guerrero de Dios.

Si no te sientes con fuerzas para esta guerra, busca a Dios… la Fe mueve montañas. No te importe nada porque si morimos, TAMBIÉN VENCEMOS.

¡¡¡Alístate a la Legión de San Miguel Arcángel!!!


Revista Barricadas, 1982.

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