Los tribunales de los procesos de Núremberg afirmaron y afirman, pues la
farsa pseudo-jurídica continúa aún hoy, 70 años después de la
contienda, que se habían erigido en jueces porque ellos representaban a
la Civilización y al Derecho. Esta es la explicación oficial, el sofisma
oficial, pues consiste en adoptar, como base axiomática, lo que se
halla, precisamente en discusión. Los vencedores desplazaron a sus más
doctos juristas, heraldos de su propaganda, para sostener, impávidos,
este razonamiento de criaturas: “Durante seis años de guerra ideológica y
otros seis años de guerra real, nuestro radio y nuestros periódicos han
repetido que sois unos bárbaros; habéis sido vencidos, luego sois unos
bárbaros”.
Es esa indignación, finalmente, la que crea la verdad
de los que gustan de autodenominarse demócratas, la que canaliza la
persecución judicial de los heterodoxos hasta el día de hoy. Los jueces
de Nuremberg no son más que los escribas de esta unanimidad.
Y,
no obstante, debe haber otra realidad. Hay otra realidad. Y es que
frente a los crímenes, reales o inventados, exagerados en progresión
geométrica las más de la veces, de los vencidos, algo se echa en falta.
Incluso para el espíritu más mediocre parece evidente que algo más debe
haber. Hemos resuelto narrar estos crímenes, o, por lo menos, los que
nos han parecido más relevantes. Pero no hemos querido limitarnos a una
relación cronológica de abusos militares o civiles propiciados por los
políticos del bando Aliado en el curso de la II Guerra Mundial. Este
libro abarca los crímenes cometidos por los “buenos” en el periodo
histórico de 1933 hasta nuestros dias. Los “buenos” son, evidentemente,
los que como tal son presentados en este lapso de tiempo por prensa,
radio y televisión.
Los crímenes de los “malos” ya han sido
exhaustivamente relatados, fotografiados, disecados, expuestos,
retocados, exhibidos y, sobre todo, exagerados, cuando no puramente
inventados. El espíritu de la Cultura Occidental, con sus valores de
generosidad, caballerosidad e hidalguía se puso de manifiesto a menudo
en la contienda. Somos concientes de ello, y nos interesa ponerlo de
manifiesto para que quede bien claro que las páginas que siguen no
constituyen el Acta de Acusación contra ninguno de los nobles pueblos
que intervinieron, a su pesar, en ella, sino contra el Gran Parásito que
utilizó, a tal fin, el desecho biológico de los pueblos huésped.
Pídalo a: libreriaeuropa@telefonica.net
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