LXIV. En la Regencia Italiana del
Carnaro, la música es una institución social y religiosa. Cada mil o dos
mil años renace del alma de un pueblo un himno inmortal.
Un gran pueblo no es solamente el que crea un Dios a su imagen y semejanza, sino aquel que crea un himno para su Dios.
Si
cada renacimiento de un pueblo noble es un esfuerzo lírico, si cada
sentimiento unánime y creador es una potencia lírica, si cada orden
nuevo es un orden lírico en el sentido vigoroso e impetuoso de la
palabra; la música, el lenguaje del ritual, tienen el poder, sobre todo
lo demás, de exaltar el logro y la vida del hombre.
¿No parece que la gran música anuncia cada vez a la multitud absorta y ansiosa el reino del espíritu?
El reinado del espíritu humano no ha empezado todavía.
“Cuando
la materia operante sobre la materia pueda reemplazar la fuerza física
de hombre, entonces el espíritu de hombre empezará a ver el alba de
libertad”: dijo un hombre de Dalmacia de nuestro propio Adriático, el
vidente ciego de Sebenico.
Como el canto de gallo anuncia el alba, la música es el heraldo del despertar del alma.
Mientras
tanto, en los instrumentos del trabajo, de beneficio, y del deporte, en
las máquinas ruidosas que, aún estas, caen en un ritmo poético, la
música puede encontrar sus motivos y sus armonías. De sus pausas es
formado el silencio de la décima Corporación.
LXV. En cada comuna de la Regencia habrá una sociedad coral y una orquesta subvencionadas por el Estado.
En
la ciudad de Fiume, el Colegio de Ediles será comisionado para erigir
una gran sala de conciertos con capacidad de al menos diez mil oyentes,
equipada con gradas y un gra foso para el coro y la orquesta.
Las
grandes celebraciones coral y orquestales son "totalmente gratuitas"
como de los padres de la Iglesia es dicho gracias de Dios.
El gran orquestal y coral –las celebraciones serán enteramente libres— en el idioma de la Iglesia — un regalo de Dios.
"Carta de Carnaro"
Constitución de la Regencia de Carnaro
Proclamada por Gabriele d'Annunzio el 8 de Septiembre de 1920
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