De todos los antiguos pueblos civilizados,
ninguno ha puesto trabas a la libertad de pensar. Todos tenían una
religión y reconocían un dios supremo, pero le asociaban muchas
divinidades inferiores; sólo tenían un culto, pero permitían una
multitud de sistemas particulares… eran tolerantes porque una vez
reconocido por todos el mismo dios, el culto a las divinidades
inferiores para ellos carecía de importancia.
Los pueblos griegos
consideraban sus diferentes religiones como algo que les unía. Cuando
un extranjero llegaba a una ciudad empezaba por adorar a los dioses del
país. Jamás se dejó de venerar a los dioses, incluso a los de los
enemigos. Eran tolerantes porque no daban más importancia a un dios que
a otro, los veneraban a todos.
Sócrates que fue el que más se aproximó
al conocimiento del Creador, es el único hombre al que los griegos
hayan hecho morir por sus opiniones, se había creado enemigos
irreconciliables entre los sofistas, los oradores, los poetas… y se le
imputaba inspirar a los jóvenes máximas contra la religión y el
gobierno. En su juicio, la mayoría de los jueces votó por la cicuta; los
atenienses, una vez calmados los ánimos, sintieron horror hacia los
acusadores y los jueces; Melito, el principal autor de esta sentencia,
fue condenado a muerte por aquella injusticia; los demás fueron
desterrados y más tarde se edificaría un templo a Sócrates.
Entre los romanos,
ni un solo hombre fue perseguido por sus sentimientos, los romanos eran
muy tolerantes. El gran principio del senado y del pueblo romano era: «Deorum offensae düs curae» (sólo a los dioses corresponde ocuparse de las ofensas hechas a los dioses).
Los romanos no profesaban todos los
cultos, pero los permitieron todos. Los primeros cristianos no tenían
nada que dirimir con los romanos; no tenían más enemigos que los
judíos, de los que empezaban a separarse (es sabido es el odio
implacable que sienten todos los sectarios hacia aquellos que abandonan
su secta). Los mártires cristianos no fueron condenados bajo los
primeros cesares solo por su religión, ya que todas eran toleradas. Los
mártires fueron, por lo tanto, aquellos que se alzaron contra los falsos
dioses, se sublevaron contra el culto establecido, ellos mismos eran
los intolerantes.
John Locke en el “Ensayo sobre la tolerancia”,
sostiene que la regulación de las “cuestiones indiferentes” no es sólo
un asunto concerniente a la verdad, sino que también, y
fundamentalmente, trata sobre la autoridad de la magistratura civil. En
consecuencia, Locke mantendrá una postura en la cual las cuestiones indiferentes de los individuos deben ser toleradas mientas no debiliten los lazos sociales.”
Y en su “Carta sobre la Tolerancia”,
Locke dice que el hombre es un individuo libre que tiene derechos
naturales (entre ellos su autoconservación y su espiritualidad) que
serán inviolables tanto por terceros como por un Estado, y desarrolla
el concepto de la libertad individual, criticando la intolerancia y la
coacción que tanto las sectas religiosas, como el Estado, pueden llevar a
cabo en contra del individuo.
Voltaire en su “Tratado sobre la Tolerancia” equipara tolerancia a indulgencia… “…presentar al público algunas reflexiones sobre la tolerancia, sobre la indulgencia, sobre la conmiseración…”.
Tomás Moro en su “Utopía” disertando sobre la exigencia del reconocimiento de la igualdad entre los hombres y la tolerancia religiosa apela a la “humanidad” para justificar que nada hay en la naturaleza humana que impida a los hombres vivir pacíficamente.
La tolerancia social
en las sociedades modernas se defiende penalmente y busca el respeto de
los derechos y los intereses de todas las personas con independencia de
sus circunstancias individuales, para la coexistencia pacífica.
Los valores de respeto van en menor grado desde la tolerancia hasta la libertad, pasando por la igualdad social (tolerancia civil).
Desde un punto de vista social, permite
aquello que es contrario a la moral o a la ética del grupo con el
control social. Permite también desigualdades y diferencias dentro de la
sociedad. Se trata principalmente de un comportamiento frente a una
situación que se juzga mala, pero que se acepta porque no se puede hacer
otra cosa o se considera la más conveniente.
Tolerar
no es admitir algo como bueno. Es ser indulgente, por cuestión de
humanidad con aquellas cuestiones que nos son indiferentes.
Rosa
Miembro de Círculo Atenea
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