domingo, 30 de junio de 2013

La tolerancia

La tolerancia, del latín tolerare (sostener, soportar), define “el grado de aceptación frente a un elemento contrario a una regla moral”.
De todos los antiguos pueblos civilizados, ninguno ha puesto trabas a la libertad de pensar. Todos tenían una religión y reconocían un dios supremo, pero le asociaban muchas divinidades inferiores; sólo tenían un culto, pero permitían una multitud de sistemas particulares… eran tolerantes porque una vez reconocido por todos el mismo dios, el culto a las divinidades inferiores para ellos carecía de importancia.
Los pueblos griegos consideraban sus diferentes religiones como algo que les unía. Cuando un extranjero llegaba a una ciudad empezaba por adorar a los dioses del país. Jamás se dejó de venerar a los dioses, incluso a los de los ene­migos. Eran tolerantes porque no daban más importancia a un dios que a otro, los veneraban a todos.
Sócrates que fue el que más se aproximó al conocimien­to del Creador, es el único hombre al que los griegos hayan hecho morir por sus opi­niones, se había creado enemigos irreconci­liables entre los sofistas, los oradores, los poetas… y se le imputaba inspirar a los jóvenes máxi­mas contra la religión y el gobierno. En su juicio, la mayoría de los jueces votó por la cicuta; los atenienses, una vez calmados los ánimos, sintieron horror hacia los acusado­res y los jueces; Melito, el principal autor de esta sentencia, fue condenado a muerte por aquella injusticia; los demás fueron desterrados y más tarde se edificaría un templo a Sócrates.
Entre los romanos, ni un solo hombre fue perseguido por sus sentimientos, los romanos eran muy tolerantes. El gran principio del senado y del pueblo romano era: «Deorum offensae düs curae» (sólo a los dioses corresponde ocu­parse de las ofensas hechas a los dioses).
Los romanos no profesaban todos los cultos, pero los permitieron todos. Los primeros cristianos no tenían nada que diri­mir con los romanos; no tenían más enemigos que los judíos, de los que empezaban a separarse (es sabido es el odio implacable que sienten todos los sectarios hacia aquellos que abandonan su secta). Los mártires cristianos no fueron condenados bajo los primeros cesares solo por su religión, ya que todas eran toleradas. Los mártires fueron, por lo tanto, aquellos que se alzaron contra los falsos dioses, se sublevaron contra el culto esta­blecido, ellos mismos eran los intolerantes.
John Locke en el “Ensayo sobre la tolerancia”, sostiene que la regulación de las “cuestiones indiferentes” no es sólo un asunto concerniente a la verdad, sino que también, y fundamentalmente, trata sobre la autoridad de la magistratura civil. En consecuencia, Locke mantendrá una postura en la cual las cuestiones indiferentes de los individuos deben ser toleradas mientas no debiliten los lazos sociales.”
Y en su “Carta sobre la Tolerancia”, Locke dice que el hombre es un individuo libre que tiene derechos naturales (entre ellos su autoconservación y su espiritualidad) que serán inviolables tanto por terceros como por un Estado,  y desarrolla el concepto de la libertad individual, criticando la intolerancia y la coacción que tanto las sectas religiosas, como el Estado, pueden llevar a cabo en contra del individuo.
Voltaire en su “Tratado sobre la Tolerancia”  equipara tolerancia a indulgencia… “…presentar al público algunas reflexiones sobre la tolerancia, sobre la indulgencia, sobre la conmiseración…”.
Tomás Moro en su “Utopía”  disertando sobre la exigencia del reconocimiento de la igualdad entre los hombres y la tolerancia religiosa apela a la “humanidad” para justificar que nada hay en la naturaleza humana que impida a los hombres vivir pacíficamente.
La tolerancia social en las sociedades modernas se defiende penalmente y busca el respeto de los derechos y los intereses de todas las personas con independencia de sus circunstancias individuales, para la coexistencia pacífica.
Los valores de respeto van en menor grado desde la tolerancia hasta la libertad, pasando por la igualdad social (tolerancia civil).
Desde un punto de vista social, permite aquello que es contrario a la moral o a la ética del grupo con el control social. Permite también desigualdades y diferencias dentro de la sociedad. Se trata principalmente de un comportamiento frente a una situación que se juzga mala, pero que se acepta porque no se puede hacer otra cosa o se considera la más conveniente.
Tolerar no es admitir algo como bueno. Es ser indulgente, por cuestión de humanidad con aquellas cuestiones que nos son indiferentes.
Rosa
Miembro de Círculo Atenea

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