viernes, 4 de enero de 2013

Navidad

Que importa a los hijos del azar
El cerrojo que tras ellos se cierra:
Navidad no es para los listos:
Navidad es para los desgraciados,
He aquí la noche: no es tarde,
Pero la campana dobla por ellos.
Buena Navidad de los muchachos en la cárcel,
Navidad de los duros y de los granujas;
De aquellos cuya vida no fue amable,
De la chica que vive como puede,
Del chico que era mal estudiante,
Ellos te conocen como nosotros.
Navidad tras los barrotes,
Navidad sin árbol y sin niño,
Navidad sin fuego y sin regalos,
Es la Navidad del sitio donde estamos,
Donde otros se han jugado la piel,
Y sobre la paja han dormido sus sueños.
Los jefes que abandonan a sus muchachos,
Los que huyen, los que son ricos,
Beben en sus cotillones,
De Baviera o de Austria,
Pero nosotros en nuestras prisiones,
Estamos contra los que hacen trampa.
Yo te adopto, Navidad de aquí,
Buena Navidad de los malos tiempos;
Eres la Navidad de los proscritos,
De los que ríen en las desgracias,
De los pobres hombres traicionados,
Y de los niños de buena raza.
Sabemos que fuera, esta la noche,
Los amigos y los corazones fieles,
Los niños que abren, en la oscuridad,
A pesar del sueño, sus párpados,
Evocan la hora en la que volverán a encontrarse
Y tienden sus manos fraternales.
Y para volver a ver, gentes de fuera,
La verdadera Navidad de nuestras infancias,
Basta con cerrar, todavía,
Nuestros ojos sobre la sombra de la ausencia,
Para disipar la mala suerte
Y hacer crepitar la esperanza.

Navidad de 1944
Robert Brasillach

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