martes, 2 de julio de 2013

Nelson Mandela y la enorme impostura

En la categoría de iconos globales, niños mimados de los llorones bien pensantes, elevado a la categoría de un santo y  un héroe, que rara vez se ha visto mejor que Nelson Mandela. Aún más delirante que el Che Guevara, otro héroe de la basura que en realidad era un sinvergüenza. Mandela fascina a vírgenes racistas, políticos e intelectuales que repiten como loros su vulgata ideológica del Sistema. Nadie se atreve a desacreditar al ídolo.

"Mandela ha pagado la defensa de sus ideas en su propia carne", dice el pseudo-filósofo y ensayista cursi Frédéric Lenoir, autor de "La curación del Mundo" (Fayard). Le llega a comparar con Sócrates y Gandhi. "Él se sacrificó como Jesús" puedes oír una y mil veces el bucle repetido. Tu hablas… El falso mártir Mandela pasó 27 años en prisión por delitos recogidos en la legislación como comunes y de terrorismo, y no era un preso político. Dirigió el ala militar del ANC, los UWS, especializada en el sabotaje y los atentados, sin atender a las posibles víctimas inocentes.

La sucesión de Mandela lleva, dentro de su familia (tiene descendientes de tres esposas), a una lucha sórdida dentro del clan, sólo por el dinero. Porque Mandela no se ha olvidado, como todos los sátrapas africanos, de amasar una enorme fortuna. Su segunda esposa, la sulfurosa Winnie, no habría estado fuera de lugar entre los cortesanos de Nerón. En realidad, la leyenda de Mandela es un notable montaje mediático-ideológico mundial, un acto de propaganda magistral, que ignora no sólo la verdad del personaje, sino también su actividad política, catastrófica: la transformación de una república autoritaria étnicamente dividida, pero próspera y segura, en un país formalmente democrático y multirracial, pero empobrecida, no igualitaria, anárquica, corrupta, donde no se puede bien vivir.

En efecto, Mandela, una vez que fue jefe de Estado, puso fin al apartheid y la dominación blanca. Pero la mayor desgracia del país, Sudáfrica. Después que los negros están en el poder, Sudáfrica se ha sumergido en una especie de caos criminal de baja intensidad explosiva, los servicios públicos y la infraestructuras a la deriva, los cortes de energía incesantes, creación protegida de guetos blancos. Sin contar la negligencia del Estado negro y la corrupción endémica del ANC, el Partido Nacional Africano (partido único de hecho, despótico,vulgar e incompetente): los miles de millones de rands (moneda sudafricána) asignados para la rehabilitación del barrio negro de Alexandra Soweto acabaron en los bolsillos de la mafia. Resultado: miseria, suciedad, alcantarillas obstruidas, delincuencia, desempleo juvenil del 40%, etc.

Las autoridades y los medios de comunicación de todo el mundo (a partir de la visita de Obama al país a finales de junio) niegan obstinadamente esta terrible realidad que contradice su ideología, sin embargo, es reconocido en silencio por los propios negros: "Eran diez veces mejor los tiempos del poder blanco, el apartheid impuesto por los afrikaners". ¡Sí! Un periodista negro sudafricano y sin empleo, admitió molesto: “Mandela es un ícono, pero la gente tiene hambre. Y la pregunta recurrente es cómo sobrevivir día tras día. [...] Mandela quiso que, nosotros, como sudafricanos, seamos todos iguales. Un noble combate, obviamente". (JDD, 30/06/2013). Lo tiene todo ..

Guillaume Faye

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