En época de Trajano, el emperador de origen
hispano que gobernó Roma desde el año 98 de nuestra Era hasta el 117, se
comenzó a extender en Roma el rito fúnebre de la inhumación. Quizás fue
este cambio de rito el que originó uno de los epitafios más utilizados
en época imperial: Sit Tibi Terra Levis, es decir, que la tierra te sea leve.
Esta breve frase expresa al mismo tiempo un
deseo piadoso hacia el difunto, para el que pedimos que la tierra que
cubre su cuerpo no le impida elevar su espíritu y una llamada para los
que aún viven, con el ánimo de que la carga provocada por la muerte de
un ser querido sea lo más llevadera posible. El hecho de interpelar
directamente al fallecido denota un fuerte sentido de trascendencia,
puesto que, en el fondo, la idea de dirigirnos a él para transmitirle un
deseo implica que consideramos que el difunto sigue vivo de algún modo.
El epitafio, que abreviado aparecía como
STTL, TLS (terra levis sit) o SETL (sit ei terra levis), une el
pragmatismo del mundo romano con la espiritualidad del mundo oriental
expresando un anhelo tranquilizador: la existencia de una vida más allá
de la muerte en la que todos volveremos a encontrarnos. Un camino que
unos inician antes que otros, pero en el que al final todos acabaremos
coincidiendo.
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