La lamentable
situación de los pueblos del mundo se agrava. El mensaje universalista
del capitalismo avanza destrozando, en su caminar, todo resquicio de
identidad.
El liberalismo ha consumido ya el
mundo europeo transformándolo en un mero medio de producción y
beneficio. Sólo unos cuantos partidos identitarios toman iniciativas
para hacer frente a esta situación deplorable. Los identitarios, igual
que defendemos que nuestros pueblos europeos sobrevivan y puedan
desarrollar su carácter sin presencia masiva de extranjeros, también
nos posicionamos por la libertad de los pueblos de todo el mundo.
El
leviatán de la modernidad pretende un poder financiero mundial y para
ello se vale de sus marionetas, los estados modernos. Todo apunta a que
este camino de homogeneización nos lleva a una estructura global de
carácter totalitario. Cosa necesaria para tener un dominio financiero de
los medios de producción y los recursos naturales que pertenecen
legítimamente a los pueblos.
En
este momento las acciones del liberalismo pretenden ensañarse con las
comunidades selváticas del Perú, comunidades que no han entrado en
contacto con el resto del mundo y a quienes no se les ha preguntado si
quieren un diálogo. Así pues el monólogo demoliberal se extiende en
detrimento de la voluntad y la decisión de los indígenas.
Ha
ocurrido recientemente que el Departamento de Asuntos Indígenas del
Perú ha declarado que abrirá las reservas indígenas a la exploración
petrolera, esto dará rienda suelta a las empresas para penetrar en el
amazonas poniendo en peligro la existencia de las comunidades que aún se
resisten a entrar en contacto.
Otro proyecto, en este caso gasístico, pone en peligro la reserva Kugapakori-Nahua-Nanti y a las comunidades que en ella viven.
Dentro
de poco el fenómeno de los niños de plomo se extenderá por todo el
Perú. Son denominados así los niños Oroya que por la actividad minera
tienen un gran índice de plomo en la sangre.
Las
pocas comunidades que no están contaminadas por el liberalismo van a
ser destruidas. En todas las ocasiones que se ha intentado una
injerencia de este tipo han despertado la resistencia de los
autóctonos, y con ella la violencia y el exterminio.
Considero
que las fronteras existen, no solo territoriales, si no de costumbres,
tradiciones y modo de vida. Por ello hay que evitar que el liberalismo
avance más territorialmente y extermine a todo aquel cuya alma
plantea resistencias.
Todo
pueblo es el depositario legítimo de sus recursos y puede decidir qué
tipo de relación quiere tener con respecto a las injerencias
extranjeras. Los gobiernos mundiales no pueden obviar los proyectos
vitales de estas comunidades que son miembros de estados por imposición.
La
acción contra este proceso de globalización no puede ser local, todos
los pueblos del mundo han de rebelarse contra esta dinámica tiránica
del estado moderno y del nuevo orden mundial.
Nuestros
políticos capitalistas tanto de izquierdas como derechas son cómplices
de las decenas de genocidios que se producen diariamente en el mundo.
Por una política identitaria, pueblos del mundo rebelaos.
Sergio Palomo
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