Ahora que es de buen tono en el mundo
académico denigrar a los primeros científicos sociales sólo un nombre
es capaz de superar las críticas modernas y sólo un hombre sigue siendo
publicado y citado con entusiasmo: Gustave Le Bon.
Le Bon moriría en París en 1931.
Después de las revoluciones bolchevique y fascista y habiendo conocido
la crítica pero también el triunfo de por lo menos parte de sus ideas… y
si no de sus ideas sí de las técnicas que esboza en su obra principal.
Un triunfo que se ha mantenido incluso después de su muerte: uno de sus
libros, La Psychologie des foules, sistemáticamente ignorado por los
científicos sociales es sin embargo considerado como uno de los libros
más influyentes de los Siglos XIX y XX
Le Bon afirma que el Siglo XX será el
siglo de la masa y esa afirmación tanto como el interés en investigar
las leyes que dominan a ese monstruo de mil cabezas, le convertirán en
el predecesor de pensadores tan distintos entre sí como Wilfredo Pareto,
Gaetano Mosca, Ortega y Gasset o Erich Fromm, en el adelantado de las
formas de propaganda política y publicidad comercial modernas y en el
precursor de varias ciencias sociales.
Le Bon murió a los noventa años, una
edad en la que difícilmente pueden adoptarse nuevas ideas. Le Bon no
llegó pues al nacionalismo revolucionario, pese a que a la hora de
escoger políticas prefiriese las de Mussolini sobre las de Lenin, pero
sus lectores más atentos del momento sí que cruzaron esa frontera y
fueron nacionalistas radicales, transformando sus críticas en la base de
un nuevo análisis político y a Le Bon en uno de nuestros precursores.
[del Prólogo de Juan de Pinos]
1 comentario:
Gran aversión la que levantaba entre el profesorado rojelio de la universidad.
Un salvdo
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