Resulta gracioso que los miembros de la Academia del cine
español utilicen continuamente la
plataforma pública que le dan sus propios premios para salir a la palestra,
pero sólo cuando a ellos se les antoja.
No seré yo quien defienda al actual gobierno, líbreme Dios, pero
la hipocresía y el cinismo que tienen la gran mayoría de los miembros de la
academia raya lo dantesco. Como bien dice su presidente ellos no son de la
“ceja”, ni tampoco de las “gaviotas”, ellos son del sol que más calienta y en
éste caso es Don Euro.
Una hipersubvencionada
“industria” del cine español con los impuestos de todos los españoles que
llegan a provocar casos sangrantes de películas que lleguen a ser rentables sin ni siquiera ser
estrenadas en las salas del cine. Nos invitan a “consumir” cine español, en
éste caso como son ellos mismos los beneficiarios sí, pero que nos ampare el
todopoderoso de pedir casas para españoles o incitar a comprar en tiendas
nacionales entonces el repertorio de insultos y calumnias que salgan por su
boca no tendrá fin. Recordemos que el cine español, salvo honrosas excepciones,
es de ínfima calidad y hasta no hace mucho estaba dominado por el binomio
Guerra Civil o “tetas y culos”, aunque en la actualidad tampoco ha cambiado
mucho.
Curiosa coherencia la de estos charlatanes, que en tiempo de
crisis critican que se lleven a cabo ciertas actividades mientras ellos no
dudan en realizar una pomposa ceremonia de entrega de premios engalanados con trajes de los modistos más
exclusivos. Por no hablar de todos aquellos que vivían a cuerpo de rey con el antiguo regimen y ahora se declaran luchadores anti-nosequé; o esa actriz ataviada con un traje de alta costura,
y que tras acercarse al sindicato recibe los premios, no recuerde sus anuncios vendiendo
hipotecas; o esa familia que clama contra los recortes sanitarios y son capaces
de cerrar toda una planta de un hospital para que nazca uno de sus vástagos,
sin olvidar las lujosas mansiones donde viven al otro lado del Atlántico; esa
sollozante “actriz” que recuerda un triste acontecimiento familiar sin señalar
que eran sus amigos los que gobernaban el país, pidiendo trabajo cuando los que
se lo tienen que dar están en el mismo auditorio al que se dirige y así
podríamos continuar y continuar.
Vergüenza les tendría que dar en erigirse en defensores de
una causa o intentar dar lecciones de algo cuando mayoritariamente ellos han
sido cómplices de este sistema injusto y corrupto.
Pobre Goya, si levantara la cabeza, que pena que le
pongan el nombre de tan excelso pintor a
unos galardones que carecen de la más mínima calidad.
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