martes, 3 de diciembre de 2013

¡Contra el mundo de lo igual!

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Gracias al fenómeno de la globalización que la dictadura del dinero impone, todo tiende a igualarse y uniformarse. Un chaval de Tokio pasa el día enchufado a la MTV exactamente igual que otro de Buenos Aires, uno de Belfast come la misma ba...sura y viste la misma ridícula ropa a la moda que otro de Los Ángeles o Santander. A todo ese proceso le han denominado progreso y quien osa a oponerse a ello pasa a llevar la carga de ser enemigo del mundo, el mal absoluto.

En nombre de la igualdad y al calor de interesadas invenciones como la Alianza de Civilizaciones se está perdiendo la riqueza de cada cultura, su verdadera esencia, que radica precisamente en que sea propia y diferente.

Solo la defensa radical de nuestra identidad puede detener este proceso, principal catástrofe de nuestro tiempo.

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