Los mensajes publicitarios de las
corporaciones invaden a los niños y adolescentes de una forma
envolvente. Esta vorágine de mensajes persuasivos e imágenes fascinantes
que componen el ecosistema dentro del cual se mueven los chicos, no
venden sólo marcas o productos, sino que venden fundamentalmente
valores; valores asociados a modelos de éxito social. Estos modelos de
éxito le indican a los chicos cuáles son los estilos de vida preferible,
les muestran experiencias de satisfacción definidas por el consumo
compulsivo, el materialismo y el individualismo. A través de las
técnicas de propaganda, se condiciona a las audiencias, desde su primera
infancia, para obtener placer y satisfacción a través del materialismo y
el consumo.
En la llamada “sociedad de
consumo”, el consumir ya no es sólo un medio para satisfacer ciertas
necesidades vitales (como lo es en otras culturas), sino que el acto de
consumir se ha transformado en un fin en sí mismo. No importa tanto lo
que se consume, sino que lo importante es consumir: como un símbolo de
estatus social, como una garantía de satisfacción, como una terapia
personal, como una vía de escape o como una fuente inagotable de placer.
Se fabrica la ilusión - altamente efectiva- según la cual incrementando
el consumo se puede prevenir la insatisfacción.
Esta
sociedad del consumo genera un tipo de subjetividad adictiva,
dependiente, lo cual lleva a estilos de vida ligados al consumo
compulsivo de todo tipo de mercancías: principalmente el consumo de
símbolos y significados de los medios masivos de comunicación y la
publicidad, que retroalimentan el círculo vicioso del consumo
mostrándolo como la única fórmula para alcanzar la felicidad.
El consumo compulsivo, excesivo e
inadecuado, de los contenidos mediáticos, de los modelos de éxito que
propone el mercado, y los estilos de vida ligados al consumo y el
materialismo, pueden ocasionar todo un abanico de consecuencias nocivas
para el desarrollo de los chicos, tanto a nivel psicológico, como físico
y social.
La Academia Americana de
Pediatría (AAP), publicó un informe donde dice que los “Comportamientos
violentos, conductas sexuales de riesgo, bajo rendimiento académico,
escasa autoestima por la imagen corporal, nutrición desequilibrada,
obesidad y consumo de drogas encabezan la lista de problemas derivados
de un consumo excesivo o inadecuado de programas de televisión en la
infancia y la adolescencia”.
Como
vemos, la enseñanza del consumo de medios no es sólo un problema de
educación para nuestros hijos sino también un relevante problema de
Salud Pública. Es necesario educar a la población para la administración
consciente y responsable de los medios en sus casas y en sus vidas
cotidianas. Un aspecto fundamental de este tipo de educación para el
consumo de los medios, por ejemplo, es el cuestionamiento y la
redefinición colectiva de los símbolos de éxito que celebran los medios y
la publicidad - muchas veces ligados a valores anti-sociales, a estilos
de vida perjudiciales para la salud de las personas y del
medioambiente, etc. - para reducir la influencia nociva que ejercen
sobre los más chicos y sobre la sociedad.
SQS Educación
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