"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla. Sé nuestro
amparo contra la perversidad y asechanzas del demonio. Reprímale Dios,
pedimos suplicantes, y tú Príncipe de la Milicia Celestial, arroja al
infierno con el divino poder a Satanás y a los otros espíritus malignos
que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas.
Amén".
Amén".
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