Adúltero, tendente al sablazo, perezoso... y dependiente de su santa esposa
¿Qué
filósofo moderno, mientras su esposa se está recuperando de la
viruela, se va a otro país en busca de dinero y, de paso, a acosar a una
sobrina? Una pista: es el mismo que tuvo un hijo ilegítimo con su criada.
Otra: la obra de ese filosofo es sinónimo de igualdad, revolución del
proletariado y leyes inmutables de la Historia que acabarán llevándonos
al Paraíso en la Tierra. Respuesta: Karl Marx.
La
vida de Marx es exactamente lo contrario de lo que propuso. En primer
lugar, para alguien que creía en una dinámica de la Historia marcada
por leyes, es una sucesión de casualidades. Unas casualidades derivadas
no sólo de una personalidad con propensión a meterse en líos
políticos, profesionales, personales y sexuales, sino también de una
incapacidad manifiesta para organizar su vida, como queda reflejado en
el hecho de que Marx entregó 'El capital' a su editor nada menos que con 16 años de retraso con respecto a la fecha pactada.
En segundo término, para un defensor de la igualdad, la vida de Marx
es una existencia marcada por la dependencia. Dependencia económica de
su mecenas, Friedrich Engels y, sobre todo, de su esposa, la baronesa
Jenny von Westphalen.
La
relación entre Marx y Von Westphalen es el eje de una de las
sensaciones editoriales del otoño en EEUU, 'Amor y Capital. Karl y Jenny
Marx y el nacimiento de una revolución', de la periodista Mary Gabriel.
Para
muchos de sus seguidores, por ejemplo, es un anatema pensar que Marx
fue capaz de hacerle un hijo a su criada, acaso porque tengan problemas
para aceptar que Marx tenía una criada. Eso de ser revolucionario y hacerle hijos a la servidumbre debe de ser una ley histórica que se le escapó a Marx.
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