lunes, 3 de septiembre de 2012

El mayor enemigo eres tú


Por tu amor por ti mismo y por esa indulgencia propasada que mira solo por tí. Por tu fanfarrona docilidad frente a la lisonja y la adulación. Por tu deseo de reconocimiento. Por tu gusto por la carrera y por la excelencia. Por tu egoísmo, por la dudas que te suponen dividir tu pan,  “cortarte un brazo”, arriesgar el calor del hogar, o poner en peligro la seguridad artificial de tu aparente estabilidad: esa seguridad de muerto viviente que no se percata de que ya no vive.
El primer enemigo eres tú. Por el temor a desconcertar, por el miedo de ser marginado, por la baba que te sale de los labios ante la mínima posibilidad de ser acogido y reconocido por el consenso de las momias hablantes.
Con tu adhesión a todos los clichés del pensamiento débil y de la crítica cortés, de la política resbaladiza y del lenguaje banal. Tú eres la globalización. Tú eres el asesino de Europa y del Tercer Mundo, tú eres la renuncia. Y más lo eres cuanto más pretendes convencerte de lo contrario; sin ahondar demasiado en el fondo ni autoexaminarte para conocer la verdad.
La oposición real no es solo política o ideológica, es sobretodo un modo de ser.

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