Lo políticamente correcto y la metapolítica
En estos días nos ha llegado desde varios lados un reportaje
al militar franco-ruso, ahora devenido ensayista, Vladimir Volkoff sobre lo
políticamente correcto. Las respuestas que da Volkoff son acertadas pero
insuficientes, pues él limita lo políticamente correcto a un problema del
decir: "circula a través de nuestro vocabulario. El vocabulario
políticamente correcto es el principal vehículo de contagio".
Es cierto que lo políticamente correcto, en inglés
denominado political correctness, tiene que ver con una forma de decir; por
ejemplo a un negro llamarlo "hombre de color", hablar de interrupción
del embarazo en lugar de aborto, invidente en lugar de ciego. Pero hay que dar
un paso más en busca de su fundamento, sino simplemente nos quedamos en la
descripción del fenómeno.
Así lo políticamente correcto es todo eso que dice Volkoff:
el "todo vale", el cristianismo degradado, el socialismo
reinvindicativo, el freudismo antimoral, el economicismo marxista, el
igualitarismo como punto de llegada y no de partida, la decadencia del espíritu
crítico, lo practican los intelectuales desarraigados, confunde el bien y el
mal.
Pero todo ello no alcanza para asir su naturaleza, esencia y
fundamento. Incluso Volkoff afirma que: es de imposible definición.
Además, está el hecho bruto e incontrovertible de que
existen temas y problemas políticos de mucho peso en la historia del mundo que
no son tratados por ser políticamente incorrecto hacerlo, por ejemplo: el poder
judío en las finanzas internacionales y en los medios masivos de comunicación o
el poder de las sectas e iglesias cristianas al servicio del imperialismo.
Vemos con estos solos ejemplos como lo políticamente
correcto no se limita al decir o al dejar de decir, como sostiene Volkoff.
Además hay temas y muchos, que no son tratados ni mediática
ni privadamente por ser políticamente incorrectos: la jerarquía, el disenso, la
disciplina, el arraigo, la pertenencia, las virtudes, el deber, el heroísmo, la
santidad, la lealtad, la autoridad, etc.
Nosotros sin embargo creemos que lo políticamente correcto
se apoya y tiene su fundamento en el denominado pensamiento único. Pensamiento
que encuentra su justificación en los poderes que manejan y gobiernan este
mundo terrenal y finito que vivimos hoy.
Podemos definir lo políticamente correcto como la forma de
hacer y decir la política que se adecua al orden constituido y al statu quo
reinante. Es por ello que el simulacro y el disimulo, la amplia calle de la
acción y el discurso político contemporáneo, tiene en lo políticamente correcto
su mejor instrumento. Hoy la política es entendida y practicada como "un
como sí" kantiano. Se piensa y se actúa "como si " se pensara y
se actuara de verdad.
Es por ello que los gobiernos no resuelven los conflictos
sino que, en el mejor de los casos, los administran. Nos tratan de mantener
siempre en una pax apparens como agudamente ve Massimo Cacciari, el filósofo y
actual intendente de Venecia.
¿Y por qué hablamos de pensamiento único?
Porque hay una convergencia de intereses de los distintos
poderes que manejan este mundo que necesita ser justificada y su justificación
se halla en el pensamiento único, que está constituido por el pensamiento
social, política y académicamente aceptado.
Esto prueba como lo han demostrado intelectuales
"políticamente incorrectos" como Michel Maffesoli, Massimo Cacciari,
Danilo Zolo, Alain de Benoist, Günter Maschke, y tantos otros, que existe una
"policía del pensamiento" (los Habermas, Eco, Henry-Levy, Gass,
Saramago -en nuestro país los Aguinis, Sebrelli, Verbisky, Feinmann, Grondona,
etc.-) que determina en forma "totalitariamente democrática" quienes
son los buenos y quienes los malos. A quien se debe promocionar y a quien
denostar o silenciar.
Es le totalitarisme doux propre des démocraties occidentales
del que nos habla Mafffesoli.
Esta policía del pensamiento es una, como es uno el
pensamiento único y como lo es también uno el sistema de intereses de los
poderes mundiales, más allá de sus aparentes diferencias ideológicas. Perón a
esto lo llamaba sinarquía, que el pensamiento políticamente correcto se encargó
de negar y burlarse.
No se puede hablar en profundidad de lo political
correctness sin estudiar aquello que constituye la pensée unique tan bien
descripta por Alain de Benoist, Ignacio Ramonet o Vitorio Messori. Y no se
puede hablar del pensamiento único sin hacer referencia a la unitaria madeja de
intereses que sostiene el funcionamiento de los poderes indirectos, en muchos
casos más poderosos incluso que los mismos Estado-nación. Todo ello a su vez tiene
una fuerza coercitiva que es "la policía del pensamiento" que
funciona en forma aceitada hasta en el último pueblito de la tierra.
Esta tenaza poderosa de dinero, poder político y prestigio
intelectual es la que presiona sobre la vida de los pueblos para el logro de la
homogenización del mundo y las culturas en una sola. Esta tenaza es la
expresión acabada de un mecanismo perverso de alienación existencial de las
naciones que pueblan la tierra. Y es en vista a la denuncia de este mecanismo
perverso, donde se juntan lo políticamente correcto, el pensamiento único, los
poderes indirectos y la policía del pensamiento, que buscamos hacer una
observación crítica a lo sostenido por Volkoff.
La tarea de desmontaje de lo políticamente correcto es una
tarea correspondiente stricto sensu a la metapolítica pues esta disciplina con
el estudio de las grandes categorías que condicionan la acción política de los
gobiernos de turno es la que nos brinda las mejores condiciones epistemológicas
para el conocimiento de aquello que nos hace padecer lo políticamente correcto
como vocero del pensamiento único impuesto a su vez por la policía del
pensamiento.
Lo políticamente correcto al transformar sus propuestas y
temas en "el lugar común", puede ser desarmado con el uso de la
metapolítica que para Giacomo Marramao " convierte a la divergencia en un
concepto de comprensión política ".
Con lo cual llegamos finalmente a constatar que para
comprender acabadamente la política y lo político estamos obligados a
desmantelar el andamiaje de este círculo vicioso conformado por lo
políticamente correcto, el pensamiento único, los poderes indirectos y la
policía del pensamiento que se retroalimentan entre sí en una totalidad de
sentido, que en nuestra opinión produce ese gran sin sentido que caracteriza a
la política mundial de nuestro tiempo.
Alberto Buela
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