Lo que está sucediendo en Ucrania, y en particular en el
denominado movimiento “Maidan”, es complejo, y no tiene respuestas unívocas.
Sin embargo, si que nos deja toda una serie de conclusiones interesantes.
Los problemas de las autoridades de la UE con el gas ruso a
su paso por Ucrania, han desaparecido, casualmente, desde que el gasoducto Nord
Stream entrara en funcionamiento. En
este sentido, podemos afirmar que los disturbios que hoy acontecen en Ucrania
son diferentes a los que ocurrieron en el 2004 con la denominada “Revolución
Naranja”.
En esta ocasión, los enfrentamientos de Ucrania tienen su origen en la Cumbre de Vilna, cuando
la Comisión Europea
y el Consejo de Europa fueron incapaces de convencer al Presidente
ucraniano para que su país firmara un acuerdo de asociación con la UE. Realmente,
Yanukóvich deseaba la integración de Ucrania en la
Unión Europea, pero fueron las draconianas
condiciones europeas y las generosas ayudas rusas, las que le hicieron cambiar de
opinión. Frente a los exiguos 1.000
millones de euros de préstamo de la
UE, previas reformas de miles de millones de euros, se
encontraba
la compra de bonos ucranianos por valor de 12.000 millones y una rebaja
del gas en un 30% por parte de
Rusia. Teniendo en cuenta esto, la posición del Presidente de Ucrania
fue pragmática, la ayuda rusa evitaba el colapso financiero
de Ucrania (ante una más que previsible devaluación del Grivna),
evitándole,
por otra parte, un gran desgaste político que le impidiera la reelección
en los
próximos comicios electorales fijados
para el año 2015.
Una vez que Yanukóvich aceptó el rescate ruso, dejó de ser
“un oligarca fiable” para EEUU y la
UE, dándose origen al movimiento “Maidan”, conformado por el
Partido UDAR del ex-boxeador Vitaly Klitschko, el partido Batkivschyna (Patria)
del neoliberal Yatseniuk, y el partido
Svoboda (Libertad) del nacionalista Oleh Tyahnybok, que con el apoyo financiero
de Alemania, EEUU, y diferentes oligarcas, como el multimillonario de origen
judío Igor Kolomoyski, buscan reorientar
la deriva Pro-rusa del Gobierno ucraniano mediante la lucha callejera.
En esta composición de la llamada oposición ucraniana,
como corroboran las conversaciones entre
la Secretaria
de Estado Victoria Nuland y el Embajador de EEUU en Kiev Geoffrey Pyatt (recordadas
por el famoso “fuck the European Union” espetado por la propia Victoria Nuland),
Klitschko sería el delfín elegido de Alemania y la UE, y Yatseniuk el de EEUU.
Tyahnybok y su partido Svoboda, en cambio, no serían del agrado de nadie (recordemos que tampoco
fue invitado por Angela Merkel al Bundestag, al contrario que los otros líderes
rebeldes), si bien serían tolerados y utilizados en el movimiento “Maidan” por
su capacidad de movilización en las calles.
Debemos señalar que los nacionalistas ucranianos analizan la
realidad con esquemas de la
Guerra Fría, y la mayoría de sus planteamientos políticos
están obsoletos, al creer vivir aún en un régimen soviético.
Los nacionalistas ucranianos además, caen en una
contradicción, ya que esos supuestos “aliados del alma”, en cuyos brazos se
están echando incondicionalmente, son los mismos que entregaron
indiscriminadamente a la población cosaca a los carniceros de los gulags al
acabar la Segunda
Guerra Mundial, o los mismos que en el Europeo de Futbol
Polonia-Ucrania no quisieron recordar el Holodomor,
el genocidio ucraniano de 7 millones de personas, y que pese a ser el mayor
genocidio ocurrido en Europa occidental en el Siglo XX, es apenas conocido.
El origen de las protestas
En un principio las revueltas se quedaron en numerosas
concentraciones populares de la denominada “oposición” en la Plaza de la Independendencia
de Kiev, contestadas por otras de los partidarios de Yanukóvich y del Partido de las Regiones en la Plaza de Europa de la
capital ucraniana. En algunas ocasiones hubo escaramuzas de jóvenes
nacionalistas que decapitaron estatuas de Lenin en diferentes ciudades del país,
pero lo cierto es que las protestas antigubernamentales fueron decayendo y habrían
desaparecido si el Presidente Yanukóvich no hubiera cometido un error estratégico
imperdonable, como fue la promulgación
de una ley anti-protesta que criminalizaba el revisionismo histórico en un país
donde el nacionalismo ucraniano hunde gran parte de sus raíces en el periodo de
entreguerras y en la resistencia anti-comunista.
Este hecho y no otro, originaron las violentas protestas que han sacudido Ucrania
desde mediados del mes de enero hasta hoy. Unos disturbios que han arrasado
Kiev y que han dejado más de 100 muertos entre policías y manifestantes.
En un principio estas violentas protestas surgidas con la promulgación de la polémica
ley, se intentaron canalizar por occidente mediante la organización Spilna Sprava
(Causa Común), asociación con sede en Londres y financiada por el magnate de
origen judío George Soros y su Fundación Open Society. No obstante, con el
tiempo supimos que los manifestantes violentos
estaban realmente capitaneados, no por Spilna Sprava, sino por la
Plataforma Pravy Sektor (Sector Derecho), de la que forman parte grupos como Tryzub
(El Tridente), Asamblea Nacional Socialista, Grupo 82, Patriotas de Ucrania,
White Hammer, Partido Nacional del Trabajo, Hermandad, Organización Nacional de
Auto Defensa, así como numerosos grupos de Ultras de fútbol.
De entre todas las entidades que conforman Pravy Sektor, la
más importante es Tryzub (a la cual pertenece el líder de Pravy Sektor, Dmitro
Yarosh), una organización radical que cuenta con unidades de lucha callejera
que se autodenominan banderistas (En recuerdo al guerrillero
nacionalista ucraniano Stepan Bandera).
A una de estas unidades pertenecían los primeros muertos del movimiento
“Maidan”: El armenio Serhiy Nigoyan (que algunos vinculan al grupo armado
ASALA) y el bielorruso Mijaeil Zhiznevsky. De hecho, la mayoría de los muertos
del “Maidan” (además de policías de Ucrania), pertenecen a estas unidades
citadas.
Una de las diferencias principales del Pravy Sektor con respecto
a la oposición oficial (según sus comunicados), es su carácter contrario a la UE y a la OTAN, al margen de la
rusofobia que comparte con el resto del movimiento “Maidan”. Este hecho, sumado
a la perdida de credibilidad ante la
ciudadanía de la oposición oficial y un
control de las protestas en las calles
por parte de este grupo radical, ha generado una creciente preocupación en las
élites políticas de la UE
y EEUU. De hecho el pasado 22 de enero, la Portavoz adjunta del Departamento de EEUU Mary Harf reconocía su inquietud al decir expresamente que “Estados Unidos condena enérgicamente el
aumento de la violencia en las calles de Kiev…..instamos a todas las partes a abstenerse inmediatamente de la
violencia…..las acciones agresivas de los miembros de extrema derecha del Pravy
Sektor no son aceptables, están inflamando las calles y socavando los esfuerzos
de la oposición pacífica”. A estas declaraciones han seguido numerosas
llamadas telefónicas de Hussein Obama y Angela Merkel a Vladimir Putin, así
como varias conversaciones del Gobierno de Polonia con la Embajada de Ucrania en
Varsovia.
¿Qué persiguen EEUU y la
UE en Ucrania?
La respuesta es evidente. Tanto EEUU como la UE quieren evitar la
integración de Ucrania en la Unión
Euroasiática porque pretenden que Ucrania sea el nuevo Estado
paria de la
Unión Europea y la OTAN. Para ello
necesitan de la violencia mínima imprescindible que disuada a este país de un
mayor acercamiento a Rusia. Es decir, parafraseando a Arzalluz, la UE y EEUU requieren que algunos
peguen bastonazos al árbol (sin pasarse), para que ellos puedan recoger las
nueces. Es decir, como diría el refranero español, pretenden pescar en río revuelto.
Lógicamente, las protestas del Pravy Sektor, grupo empeñado
en llevar a cabo “La Revolución Nacional”, preocupan en occidente por ser
violentas y estar fuera de control, pudiendo crear escenarios no deseados para
los regímenes de la Unión
Europea y Estados Unidos. Los escenarios a los que nos
referimos son los siguientes:
- Escenario 1 (poco probable): Las protestas en las calles de Kiev continúan, produciendo la caída de sucesivos gobiernos. Triunfo de la “Revolución Nacional” que se extiende rápidamente por otros países vecinos con fuertes movimientos nacionalistas promovidos para frenar a Rusia y que forman parte de la Unión Europea.
- Escenario 2 (probable): Ucrania no es Rusia (ni Rusia pretende que lo sea), pero parte de su territorio, Crimea, por una de esas locuras que se estilaban en la URSS, solo pertenece a Ucrania desde hace 50 años. Así mismo la estrecha relación entre estas dos naciones se ha mantenido desde el Tratado de Pereyaslav en 1654, y ha llegado hasta nuestros días con una realidad demográfica innegable: existe una amplia presencia rusoparlante (de casi el 30% de la población). De hecho el 20% de la población ucraniana es “étnicamente” rusa, producto de la repoblación de los territorios reconquistados a turcos y tártaros siglos atrás
Un empeoramiento de la situación
política en Ucrania, podría conllevar la
partición del país en dos
entidades diferentes. Los rusos y los rusófonos son mayoritarios en las
regiones del este y el sur del país, las zonas mineras y costeras del Mar Negro
(las parte más rica y de mayor importancia estratégica).
Dentro de este contexto, una
posible creación de una Ucrania del Sur, aumentaría la influencia rusa sobre otros territorios
rusoparlantes que están a las puertas de la UE, como son Transnistria y Gagauzia
(territorios pertenecientes hoy en día a Moldavia). Sin duda un peligro para la OTAN.
Para EEUU y la UE la situación deseada sería la de un Gobierno en manos de la “oposición oficial” acompañado del fin de la violencia en las calles. Una estabilización del país que garantizara la integridad territorial de Ucrania, pero dentro de una reorientación Pro-unión-europea de esta nación.
Para EEUU y la UE la situación deseada sería la de un Gobierno en manos de la “oposición oficial” acompañado del fin de la violencia en las calles. Una estabilización del país que garantizara la integridad territorial de Ucrania, pero dentro de una reorientación Pro-unión-europea de esta nación.
Para realizar lo anteriormente mencionado, como nos recuerda la Secretaria de Estado norteamericana Victoria Nuland, sería necesario contar con una oposición unida a cualquier precio, aunque para ello se tuviera que recurrir a operaciones psicológicas con terroristas francotiradores.
El incierto futuro de Ucrania
Estos últimos días estamos viendo como un acuerdo auspiciado
entre EEUU, la UE,
Rusia, el Gobierno de Ucrania y la oposición, que garantiza un Gobierno de
Unidad Nacional y un adelantamiento de las elecciones, no se está cumpliendo.
El Parlamento de Kiev ha nombrado como nuevo Presidente en funciones al opositor
Pro-EEUU Alexander Turchinov, mientras que Yanukovich habla de Golpe de Estado desde Jarkov. En
Ucrania, en estos momentos, existe un vacío de poder real.
Por otro lado, la Barcenas ucraniana, Yulia Timoshenko, habla de no abandonar la plaza Maidan, pese a que su colega de partido Turchinov ya “gobierna” en Kiev. Más que una continua revolución al estilo Mao Zetong, las palabras de Timoshenko denotan las dudas y el miedo de una oposición oficial que se ve incapaz de evitar la violencia en las calles y el previsible colapso económico de Ucrania.
Así las cosas, podemos calificar la situación en Ucrania como muy grave. Ucrania se encuentra al borde de una guerra civil entre hermanos por culpa de la injerencia de la UE y EEUU. Es cierto que Ucrania no ha contado con unos grandes políticos desde su nacimiento como nación independiente, siendo sus índices de corrupción escandalosos. Pero Ucrania tenía un Gobierno oficial, elegido y legitimado en unas elecciones democráticas, que debía haber sido expulsado del poder por los cauces democráticos. Ucrania debía ser una nación independiente que fuera un punto de unión y entendimiento entre Rusia, la propia Ucrania y el resto de Europa, pero la UE y EEUU han preferido que sea un lugar de enfrentamiento, un campo de batalla. Por ello hay que decir alto y claro: Sí a una Ucrania unida y libre, Sí a Rusia en una nueva Europa, No a la Unión Europea y a la injerencia norteamericana.
Por otro lado, la Barcenas ucraniana, Yulia Timoshenko, habla de no abandonar la plaza Maidan, pese a que su colega de partido Turchinov ya “gobierna” en Kiev. Más que una continua revolución al estilo Mao Zetong, las palabras de Timoshenko denotan las dudas y el miedo de una oposición oficial que se ve incapaz de evitar la violencia en las calles y el previsible colapso económico de Ucrania.
Así las cosas, podemos calificar la situación en Ucrania como muy grave. Ucrania se encuentra al borde de una guerra civil entre hermanos por culpa de la injerencia de la UE y EEUU. Es cierto que Ucrania no ha contado con unos grandes políticos desde su nacimiento como nación independiente, siendo sus índices de corrupción escandalosos. Pero Ucrania tenía un Gobierno oficial, elegido y legitimado en unas elecciones democráticas, que debía haber sido expulsado del poder por los cauces democráticos. Ucrania debía ser una nación independiente que fuera un punto de unión y entendimiento entre Rusia, la propia Ucrania y el resto de Europa, pero la UE y EEUU han preferido que sea un lugar de enfrentamiento, un campo de batalla. Por ello hay que decir alto y claro: Sí a una Ucrania unida y libre, Sí a Rusia en una nueva Europa, No a la Unión Europea y a la injerencia norteamericana.
Autores: Jesús Dominguez y M.A.B
No hay comentarios:
Publicar un comentario