Quien sepa un poco de historia sabrá
que nuestra civilización se desmorona por los mismos errores
cometidos en el pasado, los mismo errores que cometieron egipcios,
griegos, romanos y otras tantas civilizaciones.
Todas estas civilizaciones cayeron al
perder sus valores, esos valores que las hicieron grandes, cayeron al
sucumbir al hedonismo, cayeron al olvidar la grandeza de sus
civilizaciones, pero sobre todo cayeron al introducir elementos
extraños en su civilización, al sucumbir a la multiculturalidad, y
eleminar la sociedad homogénea, al eleminar la esencia de un pueblo,
que es su origen racial.
Egipto se empezó a desmoronar cuando
se adentró en el África negra. Aunque es cierto que el Egipto
antiguo era multicultural, un férreo sistema de castas separaba a la
élite, generalmente de origen europeo, del pueblo norteafricano, y
éste de los esclavos, semitas y negroides. Quizá el dominio heleno y romano retrasó lo inevitable.
La antigua Grecia también sucumbió al
multiculturalismo, haciendo desaparecer directamente a la clase
dirigente griega, los tracios, un pueblo del noroeste de Gecia y sur
de Bulgaria. Los espartanos desaparecieron y Atenas se convirtió en
una ciudad tomada por inmigrantes.
La antigua Grecia poseía un
sistema perfecto, nada que ver con la actual "democracia".
Esparta por ejemplo, se basaba al 100% en el ius sanguinis.
Este sistema funcionó durante siglos, junto a la meritocracia (el
gobierno de los más valiosos), y no decayó hasta el inicio del
multicultalismo.
En Roma más de lo mismo, la República
funcionó perfectamente mientras conservó sus valores, sus
creencias, su cultura, su origen étnico-racial. No fue hasta la
llegada del Imperio que Roma se ablanda, abadona sus costumbres y
abre su limes (frontera) para que entren bárbaros a cientos de
miles, los cuales se revelarían y destruírian la ya irreconocible
Roma desde el interior. El Imperio de oriente se salvaría volviendo
a sus orígenes, pero la parte occidental desapareció en manos de
los pueblos germánicos, comenzando la Edad Media.
Hoy en día ocurre exactamente lo
mismo. Fuimos fuerte mientras conservamos nuestra cultura, nuestra
entereza y nuestros orígenes étnico-raciales.
Pero ya no somos grandes, no lo
somos por haber cometido los mismos errores que Egipto, Grecia y
Roma. La supervivencia y grandeza de un pueblo viene dada por su
sentimiento de meta común, y por su sentimiento de pueblo homogéneo,
por su independencia cultural, racial y económica. En cambio, todo
lo que atente contra lo anteriormente escrito, está destinado a
hundir civilizaciones.
Las sociedades multiculturales no
funcionan, no son naturales, no son inherentes a la naturaleza humana
ni animal. Incluso en las sociedades multiculturales e inestables,
obviamente, en las que vivimos, el fin último es el Nuevo Orden
Mundial, en el que no habrá razas, ni lenguas, ni religiones ni
pensamientos diferentes. Es decir que incluso el fin mismo de la
multiculturalidad es exterminar la multiculturalidad, pero no en una
nación, sino a nivel planetario.
El Genocidio Legal
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