miércoles, 6 de noviembre de 2013

Cooptación Periodista

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¿Por qué razón el discurso mediático parece converger espontáneamente hacia la legitimación del orden establecido y aportar así una contribución indispensable a la perennidad del sistema social? No hay en esto ningún complot. En efecto, el aspecto concertado parece minoritario. El reclutamiento social de los periodistas y su capacidad para incorporar profundamente la ideología de las clases dirigentes, crea entre ellos una comunidad de inspiración que hace innecesaria la conspiración. A menudo, les basta trabajar como sienten para trabajar como deben. Es decir, como no debieran.(…)

Los financistas y los mercaderes que se apoderaron de la parte esencial de los medios, salvo contadas excepciones, generalmente no necesitan indicar a los periodistas lo que tienen que decir o mostrar. No necesitan violentarles la conciencia ni transformarlos en propagandistas. El sentido de la dignidad periodística no lo aceptaría. Para que la información de prensa esté garantizada lo mejor posible en el mejor de los mundos capitalistas, es preferible dejar que el personal periodístico haga libremente su trabajo (salvo circunstancias y casos particulares), o más exactamente, darle la sensación de que su trabajo no obedece a otras exigencias, a otras limitaciones que las que imponen las reglas específicas del juego periodístico, aceptadas por todos. Hay que remitirse a la “conciencia profesional”.

Para ello es necesario y suficiente confiar las riendas del poder periodístico en las redacciones a hombres y mujeres calificados, generalmente “grandes profesionales”, lo que particularmente significa que han dado siempre garantías de su adhesión a una visión del mundo, cuyas creencias fundamentales comparten -explícita o implícitamente- con sus empleadores. Luego de ocupar con profesionales ideológicamente confiables los puestos de mando superiores, no hay más que dejar funcionar el mecanismo de cooptación -abierta o encubierta- que garantiza un reclutamiento que evita en la mayoría de los casos, cuando no en todos, la entrada de zorros en el gallinero y de herejes en la misa. Ese mecanismo comienza a funcionar desde el ingreso en las escuelas de periodismo y continúa permanentemente en las redacciones. Así es como los medios están sólidamente controlados por una red a la que le basta con trabajar “como siente” para trabajar “como debe”, es decir, para defender las normas y los valores del modelo dominante, consensuado entre una derecha falta de ideas y una izquierda falta de ideales.

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