¿Por qué razón el discurso mediático parece converger espontáneamente
hacia la legitimación del orden establecido y aportar así una
contribución indispensable a la perennidad del sistema social? No hay en
esto ningún complot. En efecto, el aspecto concertado parece
minoritario. El reclutamiento social de los periodistas y su capacidad
para incorporar profundamente la ideología de las clases dirigentes,
crea entre ellos una comunidad de inspiración que hace innecesaria la
conspiración. A menudo, les basta trabajar como sienten para trabajar
como deben. Es decir, como no debieran.(…)
Los financistas y los
mercaderes que se apoderaron de la parte esencial de los medios, salvo
contadas excepciones, generalmente no necesitan indicar a los
periodistas lo que tienen que decir o mostrar. No necesitan violentarles
la conciencia ni transformarlos en propagandistas. El sentido de la
dignidad periodística no lo aceptaría. Para que la información de prensa
esté garantizada lo mejor posible en el mejor de los mundos
capitalistas, es preferible dejar que el personal periodístico haga
libremente su trabajo (salvo circunstancias y casos particulares), o más
exactamente, darle la sensación de que su trabajo no obedece a otras
exigencias, a otras limitaciones que las que imponen las reglas
específicas del juego periodístico, aceptadas por todos. Hay que
remitirse a la “conciencia profesional”.
Para ello es necesario y
suficiente confiar las riendas del poder periodístico en las
redacciones a hombres y mujeres calificados, generalmente “grandes
profesionales”, lo que particularmente significa que han dado siempre
garantías de su adhesión a una visión del mundo, cuyas creencias
fundamentales comparten -explícita o implícitamente- con sus
empleadores. Luego de ocupar con profesionales ideológicamente
confiables los puestos de mando superiores, no hay más que dejar
funcionar el mecanismo de cooptación -abierta o encubierta- que
garantiza un reclutamiento que evita en la mayoría de los casos, cuando
no en todos, la entrada de zorros en el gallinero y de herejes en la
misa. Ese mecanismo comienza a funcionar desde el ingreso en las
escuelas de periodismo y continúa permanentemente en las redacciones.
Así es como los medios están sólidamente controlados por una red a la
que le basta con trabajar “como siente” para trabajar “como debe”, es
decir, para defender las normas y los valores del modelo dominante,
consensuado entre una derecha falta de ideas y una izquierda falta de
ideales.
Alain Accardo (Leer artículo completo)
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