Antigua Hacha de dos filos cretense del 1500 a.C
El Hacha
Hemos tenido ocasión de resaltar que en el mundo de los orígenes, en todos aquellos lugares en los cuales los así llamados testimonios “positivos” vienen a menos o se convierten en ambiguos, el símbolo y el mito pueden ofrecer un precioso hilo conductor para una exploración que se conduzca más en la dirección de la “profundidad” que en la de la “superficie”. Esto ha sido reconocido y no desde hoy por parte del racismo alemán, en especial allí donde el mismo ha propuesto contemplar sus investigaciones antropológicas y biológicas, con un elemento espiritual, y de una “concepción” del mundo en modo tal de reafirmar sus principios en el campo de la historia de las religiones, de la mitología comparada, de las tradiciones primordiales y de las sagas. Entre nosotros en cambio hasta nuestros días el terreno resulta virgen. No obstante ellos en un mundo que, como el de la antigua península itálica, ya desde épocas prehistóricas padeció la influencia de civilizaciones y de pueblos sumamente diferentes, en modo tal de representar tan sólo ocasionalmente un riguroso paralelismo ente la pureza étnica y la pureza de las correspondientes tradiciones. En un tal mundo una investigación que reconozca el valor de documento y de señal al símbolo y al mito, podrían conducir a resultados de no escasa importancia.
Naturalmente para ello es indispensable una adecuada calificación y un ojo particularmente adiestrado. De la misma manera que la lengua, así también el símbolo y el mito pueden pasar de una raza a otra, de una civilización a otra diferente, cambiando entonces, por decirlo así, la función convirtiéndose así en el sostén d significados diferentes de los normales y originarios. Es pues necesario saberse orientar y saber integrar todo aquello que, a partir de una investigación de tal tipo, puede reportarnos firmes conocimientos de orden tradicional.
Ello valga como premisa general para consideraciones que quisiéramos aquí desarrollar alrededor de algunos símbolos que, presentes también en el antiguo mundo itálico, y luego romano, nos testimonian la presencia de una tradición de origen y de tipo directamente nórdico-ario o, tal como nosotros preferimos decir, “hiperbóreo”. Usamos preferentemente el término “hiperbóreo” para prevenir equívocas interpretaciones y justificadas aprensiones. Al hablar de “nórdico-ario” en efecto, se podría creer que nosotros en alguna medida adherimos a la tesis pangermánica y que reconocemos la derivación de aquello que de más válido posee nuestro pueblo y nuestra tradición de las razas propiamente nórdicas y nórdico-germánicas. De la manera como nosotros lo utilizamos, el término “hiperbóreo” posee en cambio una muy diferente extensión. El mismo se refiere a un tronco absolutamente primordial, que se encuentra en la base del grupo de conjunto de los pueblos y civilizaciones arias y del cual las razas propiamente nórdico-germánicas no son sino una particular ramificación, pudiendo reivindicar un mismo origen y por lo tanto una misma dignidad también las fuerzas creadoras originarias de civilizaciones de la antigua India, del Irán, de la primera Hélade y de la misma Roma.
Luego de haber precisado este punto, los símbolos principales de aquella antigua herencia, que nosotros pretendemos examinar y penetrar en su más profundo y puro significado, son el Hacha, el Lobo, el Cisne, el Águila, la Cruz gamada. Para tal examen es indispensable el método comparativo aplicado al entero ciclo de las civilizaciones y de los mitos arios: a través de aquello que una tales tradiciones arias nos ofrece, aquello que en la otra se puede hallar integrado, confirmado y esclarecido ulteriormente.
En este escrito nos limitaremos al Hacha. El Hacha es uno de los símbolos más característicos de la tradición hiperbórea primordial, sus rastros nos remiten a la más alta prehistoria, según algunos, a la última época glacial, según otros. Por lo menos al período del paleolítico. En una reciente obra, Paulsen, ha mostrado geográficamente la gran difusión del Hacha hiperbórea, de acuerdo a los diferentes hallazgos prehistóricos en Europa. El tipo más antiguo de Hacha es la denominada “hacha sideral” hecha de silicio y hierro meteórico, es decir, de una sustancia caída “del cielo”. Ha quedado ya confirmado que el uso de tales hachas siderales primordiales fue sobre todo ritual y sacral. A raíz de la sustancia de la cual estaban hechas, las mismas en el fondo nos remiten al simbolismo más general de las “piedras divinas”, de las piedras descendientes del cielo que tuvieron por doquier n papel tan importante en todos aquellos lugares en los cuales se formó en la antigüedad un centro tradicional: desde el Omphalos de Delos a la “piedra del destino”- lia gail- de las antiguas tradiciones británicas, desde los ancilia, hechos en Roma antigua con piedra caída del cielo y que tenían el significado de señal de dominio, pignum imperii , hasta el mismo Santo Grial que, de acuerdo a la tradición conservada por Wolfram von Eschenbach, se nos aparece como una piedra caída del cielo.
Pero en el caso del Hacha este simbolismo genérico asume un significado especial, con más estrecha relación con una tradición de tipo heroico, además de sagrado. Las piedras de los aerolitos simbolizaban el “rayo” (de ahí la expresión:”piedras rayo”, perres-à-foudre), la fuerza celeste fulgurante, y este mismo significado de rayo, por tal vía, pasó también al Hacha como arma y como símbolo llegó a significar en las tradiciones arias y nórdico arias, desde los hiperbóreos primordiales hasta la antigua Roma y la misma época de los vikingos.
En la concepción aria de la guerra, y también lo hemos resaltado otras veces, el elemento material era inseparable del elemento espiritual, trascendente. En toda lucha o conquista el antiguo Ario veía el reflejo de una lucha metafísica, del eterno conflicto entre las potencias olímpicas y celestiales de luz y las potencias oscuras y salvajes de la materia y del caos. El Hacha como arma y como símbolo está en estrecha relación con tales significados. Ya el Hacha silícea aparece como un arma “celeste” empuñada sea por el guerrero y por el conquistador hiperbóreo, sea por el sacerdote y sea por el sacrificador. En los grafitos pertenecientes a una remotísima antigüedad como el de Fossum (Suecia) aparecen numerosas figuras que empuñan el Hacha en el contexto de símbolos solares. Ahora es interesante constatar estas dos convergencias. Estos antiguos símbolos nórdicos corresponden a los otros de rastros aun más antiguos, propios de la denominada civilización franco-cantábrica de las Magdeleines y de los Cro-Magnon (cerca de 10 mil años a.C); civilización denominada también “del reno” que, de acuerdo a nuestro punto de vista, se ha expandido hasta la zona lígur. Por lo demás, justamente en los arcaicos rastros de la civilización itálico-ligur figura nuevamente el hacha, conjuntamente con los símbolos solares e hiperbóreos, como por ejemplo el cisne y las cruces gamadas. En segundo lugar, ha sido recientemente confirmada por Franz Altheim la correspondencia entre los rastros prehistóricos que se encuentran en Val Camonica, justamente con los suecos; también en esta región italiana se encuentran grafitos en donde figura el hacha simbólica conjuntamente con un análogo simbolismo solar y astral. Altheim al respecto ha hablado incluso de una verdadera y propia “migración dórica en Italia” pareciéndole a él evidente la semejanza de las civilizaciones que han dejado en el Norte de nuestra península tales rastros y que debían conducir por vías enigmáticas, hasta la creación de Roma, con la otra de los Dorios descendidos en Grecia, la cual debía tener su conclusión en la creación de Esparta.
En cuanto al aspecto propiamente espiritual, los significados ya indicados en el “hacha sidérea” se vuelven a encontrar de manera distinta en el culto nórdico-ario de Thor. Thor es una figura divina que tiene como características dos armas, las cuales en el fondo, son equivalentes entre sí; una es el Hacha, y la otra es el doble martillo, mjölnir. Las dos armas simbólicas son equivalentes por el hecho de que el doble martillo representa al mismo tiempo la potencia del rayo, potencia de la cual hemos hablado en relación al Hacha al hacer mención a las hachas meteóricas: y por lo demás el doble martillo, también en este esquema de su forma se confunde con la doble hacha, o hacha de dos hojas que se vincula nuevamente en el mismo simbolismo y que se remite específicamente a la tradición hiperbórea. En cuanto a Thor es con tal arma que él combate a las “fuerzas elementales”, las Elementarwesen, que intentan adueñarse de los poderes celestiales (en el símbolo: las de la “Luna” y el “Sol”); es con tal arma que, en la escuadra de los “héroes divinos”, o Asen, él lucha en contra del “oscurecimiento de los divino”, en contra del ragna-rökkr , que debe ser interpretado no románticamente como “crepúsculo de los dioses”, como en el caso de Wagner, sino como un eco místico del trágico final de un determinado ciclo de civilización y de una determinada tradición, derivada de la hiperbórea. Esto en lo relativo al mito.
Por Julius Evola
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