"Para nuestros abuelos era aún una “casa”, una “fuente”, una torre con la que estaban familiarizados, incluso su propio vestido, su abrigo: infinitamente más, infinitamente más íntimo; casi cada cosa un receptáculo en el que se encontraban con lo humano y acumulaban lo humano. Ahora nos invaden, desde América, apariencias de cosas, simulacros de vida… Una casa, en la concepción americana, una manzana americana o una vid de allí, nada tienen en común con la casa, el fruto, las uvas, en los que ingresaran la esperanza y la reflexión de nuestros antepasados… Las cosas vivificadas, vividas, consabidoras, están en declinación y no pueden ya ser reemplazadas. Nosotros seamos quizás los últimos que hayan conocido tales cosas. A nosotros nos incumbe la responsabilidad, no sólo de conservar su memoria, sino su valor humano y lárico".
Rainer Maria Rilke
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